TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO
169. “Cristiano,
reconoce tu dignidad. Puesto que ahora participas de la naturaleza divina, no
degeneres volviendo a la bajeza de tu vida pasada. Recuerda a qué Cabeza
perteneces y de qué Cuerpo eres miembro. Acuérdate de que has sido arrancado
del poder de las tinieblas para ser trasladado a la luz del Reino de Dios” (San León
Magno).
1692 El Símbolo de la fe profesa la grandeza de los
dones de Dios al hombre por la obra de su creación, y más aún, por la
redención y la santificación. Lo que confiesa la fe, los sacramentos lo
comunican: por “los sacramentos que les han hecho renacer”, los cristianos
han llegado a ser “hijos de Dios” (Jn 1,12 ;1 Jn 3,1), “partícipes de la
naturaleza divina” (2 Pe 1,4). Los cristianos, reconociendo en la fe su nueva
dignidad, son llamados a llevar en adelante una “vida digna del Evangelio de
Cristo” (Flp 1,27). Por los sacramentos y la oración reciben la gracia de
Cristo y los dones de su Espíritu que les capacitan para ello.
1693 Cristo
Jesús hizo siempre lo que agradaba al Padre(cf Jn 8,29). Vivió siempre en perfecta
comunión con El. De igual modo sus discípulos son invitados a vivir bajo la
mirada del Padre ‘que ve en lo secreto’ (Mt 6,6) para ser ‘perfectos como
el Padre celestial es perfecto’ (Mt 5,48).
1694 Incorporados a Cristo
por el bautismo (cf Rm 6,5), los cristianos están ‘muertos al pecado y vivos para Dios en
Cristo Jesús’ (Rm 6,11), participando así en la vida del Resucitado (cf Col
2,12).
Siguiendo a Cristo y en unión con él (cf Jn 15,5), los cristianos pueden ser ‘imitadores
de Dios, como hijos queridos y vivir en el amor’ (Ef 5,1.), conformando sus
pensamientos, sus palabras y sus acciones con ‘los sentimientos que tuvo
Cristo’ (Flp 2,5.) y siguiendo sus ejemplos (cf Jn 13,12-16).
1695 “Justificados en el
nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios” (1 Co 6,11.),
“santificados y llamados a ser santos” (1 Co 1,2.), los cristianos se
convierten en ‘el templo del Espíritu Santo’(cf 1 Co 6,19). Este ‘Espíritu del Hijo’
les enseña a orar al Padre (Ga 4, 6) y, haciéndose vida en ellos, les hace obrar
(cf Ga 5, 25) para
dar ‘los frutos del Espíritu’ (Ga 5, 22.) por la caridad operante. Sanando
las heridas del pecado, el Espíritu Santo nos renueva interiormente mediante
una transformación espiritual (cf. Ef 4, 23.), nos ilumina y nos fortalece para
vivir como ‘hijos de la luz’ (Ef 5, 8.), ‘por la bondad, la justicia y la
verdad’ en todo (Ef 5,9.).
1696 El camino de Cristo ‘lleva a la vida’,
un camino contrario ‘lleva a la perdición’ (Mt 7,13; cf Dt 30, 15-20). La parábola
evangélica de los dos caminos está siempre presente en la catequesis de la
Iglesia. Significa la importancia de las decisiones morales para nuestra
salvación. ‘Hay dos caminos, el uno de la vida, el otro de la muerte; pero
entre los dos, una gran diferencia’ (Didaché, 1, 1)
1697 En la catequesis es
importante destacar con toda claridad el gozo y las exigencias del camino de
Cristo (cf CT 29). La catequesis de la ‘vida nueva’ en El (Rm 6, 4.) será:
— una
catequesis del Espíritu Santo, Maestro interior de la vida según Cristo, dulce
huésped del alma que inspira, conduce, rectifica y fortalece esta vida;
— una
catequesis de la gracia, pues por la gracia somos salvados, y también por la
gracia nuestras obras pueden dar fruto para la vida eterna;
— una catequesis de
las bienaventuranzas, porque el camino de Cristo está resumido en las
bienaventuranzas, único camino hacia la dicha eterna a la que aspira el
corazón del hombre;
— una catequesis del pecado y del perdón, porque sin reconocerse
pecador, el hombre no puede conocer la verdad sobre sí mismo, condición del
obrar justo, y sin el ofrecimiento del perdón no podría soportar esta verdad;
— una catequesis de las virtudes humanas que haga captar la belleza y
el atractivo de las rectas disposiciones para el bien;
— una catequesis de las virtudes cristianas de fe, esperanza y caridad
que se inspire ampliamente en el ejemplo de los santos;
— una catequesis del doble mandamiento de la caridad desarrollado en el
Decálogo;
— una catequesis eclesial, pues en los múltiples intercambios de los
‘bienes espirituales’ en la ‘comunión de los santos’ es donde la vida
cristiana puede crecer, desplegarse y comunicarse.
1698. La referencia primera y última de esta catequesis será siempre
Jesucristo que es ‘el camino, la verdad y la vida’ (Jn 14,6).
Contemplándole en la fe, los fieles de Cristo pueden esperar que El realice en
ellos sus promesas, y que amándolo con el amor con que El nos ha amado realicen
las obras que corresponden a su dignidad:
Os ruego que penséis que Jesucristo, Nuestro Señor, es vuestra verdadera
Cabeza, y que vosotros sois uno de sus miembros. El es con relación a vosotros
lo que la cabeza es con relación a sus miembros; todo lo que es suyo es
vuestro, su espíritu, su Corazón, su cuerpo, su alma y todas sus facultades, y
debéis usar de ellos como de cosas que son vuestras, para servir, alabar, amar
y glorificar a Dios. Vosotros sois de El como los miembros lo son de su cabeza.
Así desea El ardientemente usar de todo lo que hay en vosotros, para el
servicio y la gloria de su Padre, como de cosas que son de El. (San Juan Eudes).Mi vida es Cristo (Flp 1,21).
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