Tanto
en el cine como en la televisión se ven una serie de valores y
conceptos que a la larga forman las actitudes y opiniones de los
miembros de la familia, y de una manera sutil cambian la base de los
principios que tiene la familia.
Los temas y sus formas.
Es muy común escuchar frases como: “El es mi destino”, “tengo
derecho a la felicidad”, “disfrutemos de este amor mientras dure”....
No importando muchas veces que para la realización de ese amor se tenga
que pasar por encima de los seres más queridos, como son los propios
hijos y el cónyuge.
Se muestra el matrimonio como un producto más de consumo,
algo así como un envase desechable que se tira cuando se acaba la
pasión. Los medios de comunicación ponen al amor como sinónimo de
pasión y de sentimiento bonito, y no como un acto de la voluntad. Es
evidente la falta de compromiso que se muestra en muchas de las
historias.
Otro concepto que se ve distorsionado es la libertad que se
confunde con libertinaje. Se ve como un sinónimo de libertad al hecho
de poder hacer lo que venga en gana y como una verdadera esclavitud el
tener que cumplir con ciertos deberes y obligaciones tanto con la
pareja y los hijos, como con los padres, el trabajo y la misma
sociedad.
Los conceptos de trabajo y cultura del esfuerzo, pareciera
que no existen. Gran parte de los protagonistas se las arreglan para no
trabajar y ganarse por medio de la suerte o la casualidad los millones
de pesos.
Esto se ve reforzado por los comerciales que invitan a un mando
fácil y en el cual es mejor no trabajar o luchar por lograr las cosas,
y donde vivir en un mundo lleno de confort es lo óptimo.
Se promueven los bienes materiales como los medios para
alcanzar la felicidad y la dicha. Algunos comerciales están destinados
a crear necesidades que no se tienen y convertir a los espectadores en
consumidores.
Es muy notoria la discriminación que sufre mucha gente y no
precisamente por su raza o color, sino por el cuerpo que se tiene. La
belleza física se ha convertido en una reina. Existen grandes
prejuicios contra quién no la posee.
Hoy día, parece que el talento o la voz ya no son importantes para
ser cantante o actor, lo que se toma en cuenta es el qué se muestre el
cuerpo al estar frente al público.
La violencia y el sexo son características que, en gran
parte, dominan mucha de la programación. No hay película que no tenga
como adorno adicional una escena de cama, aunque esta no tenga que ver
con la trama.
Cada día son más las películas donde el héroe principal tiene que
matar a decenas de personas para hacer justicia. Lo más común dentro de
una telenovela o película es ver como mandan a desaparecer a muchas
personas, para poder lograr ciertos objetivos. ¡Y nos extraña ver cómo
aumenta la criminalidad en las ciudades!
Es sabido que los niños expuestos a mucha violencia presentan
problemas para relacionarse en su vida adulta. Lo mismo sucede con las
escenas de sexo que se fijan en la mente infantil y distorsionan su
conceptualización del amor.
Es una realidad que los jóvenes están expuestos a la más variadas
manifestaciones de la violencia y a la pornografía precisamente dentro
del hogar a través de la televisión.
En un gran número de programas de denuncia sólo se ve lo negativo
de la sociedad, se recalca el lado oscuro y pocas veces dan
alternativas positivas o subrayan los aciertos obtenidos.
Es importante darse cuenta de cómo la televisión está afectando a
muchas familias, sobre todo a los jóvenes que son más vulnerables y
quienes han crecido en la cultura de lo fácil e inmediato.
Por lo visto, el problema es muy serio y es necesario formar
conciencia de esta situación y encontrar una solución que busque que la
televisión apoye el rol de a familia y preserve sus valores. Ahora sólo
queda preguntarnos: ¿son los valores que se nos muestran en la
televisión los que se desean que se vivan en familia?
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