Pasar al contenido principal

La Santa Muerte enfrenta a Segob

La Santa Muerte fue capaz de vencer a Cristo por tres días, pero no a la Secretaría de Gobernación, que canceló el registro de la Iglesia que adoptó su culto. El jefe de la secta es David Romo Guillén, apoderado de esa Iglesia, de 37 años y sacerdote no católico romano, casado con tres hijos.
La Secretaría de Gobernación (Segob) canceló el registro como asociación religiosa a la Iglesia Católica Tradicionalista Mexicana-estadounidense, promotora del culto a la “Santa Muerte” al encontrar que desvió gravemente los fines marcados en sus estatutos.
El proceso administrativo contra la Iglesia Católica Tradicionalista lo inició Noé Guillén Ibáñez, tío del propio David Romo, quien también era ministro de la asociación pero que fue expulsado en junio del año pasado “por haber tenido que ver con la esposa de otro padre”.
El denunciante pidió la baja a la asociación alegando que se realizaron cambios graves al objetivo de la Iglesia, por lo que Gobernación, después de 13 años de la vigencia de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, y dos de sus reglamentos, determinó la máxima sanción.
La Comisión Sancionadora determinó, con base en la fracción VIII del Artículo 29 del ordenamiento –que establece como infracción desviar los fines de laasociación-, que con la promoción del culto a la Santa Muerte, la Iglesia que le da culto, “desvió gravemente los fines establecidos en sus estatutos, los cuales señalan que el objeto de la asociación consisten en conservar la liturgia de la Misa Tridentina”.
Romo Guillén es promotor, entre otras cosas, de anticonceptivos. Al tramitar su registro, la Iglesia Tradicionalista no mencionó su culto a la Santa Muerte, lo que después se convirtió en el elemento central. El periódico Desde la Fe decía: “Jesús venció a la muerte, su enemiga, consecuencia y castigo del pecado (…) ¡cómo pues vamos a llamar a la muerte “santísima”?
Las versiones sobre el origen del culto y devoción a la Santa Niña Blanca o Santa Muerte dan cuenta de una raíz prehispánica relacionada con Mictlantecutli, señor de la región de los muertos entre los aztecas.
A mediados de los años 50 comenzaron a circular en el mercado de Sonora (D.F.), lugar en el que se vende material, para hacer brujerías, estampas con imágenes de la Santa Muerte, principalmente entre personas que estaban muy cerca de ella, como policías, basureros y sexoservidoras.
Un doctor en Sociología de la UNAM, Víctor Manuel Durand, expone que en los lugares en donde la violencia y la muerte son algo cercano, donde el nivel
de vulnerabilidad es alto, la Santa Muerte ofrece ese factor de esperanza.La Santa Muerte tiene un santuario en Nicolás Bravo No. 35, en la Colonia Morelos (DF).
Esta iglesia tiene una “página oficial” en internet que ofrece cursos de magia de la Santa Muerte por diez dólares, o publicaciones como la Santísima, una religión que ofrece imágenes y accesorios “para retirar todo lo malo y atraer lo bueno”.
En defensa de este culto, los devotos han realizado dos marchas en el DF; la primera el 4 de marzo, a Gobernación, y la segunda el 15 de mayo a Los Pinos.
Aunque la Iglesia dice tener dos millones de devotos, lo cierto es que en las dos marchas de protesta el número de segadores no rebasó las dos mil personas. La suerte de esta Iglesia y de su culto todavía no está echada.
Por el momento, dicha iglesia pierde personalidad jurídica y con ella sus derechos tales como integrar patrimonio propio, celebrar actos jurídicos, internar al país ministros de culto de nacionalidad extranjera y transmitir y/o difundir actos de culto religioso a través de medios de comunicación masivos.
La Iglesia Católica marcó desde un principio la incompatibilidad de la nueva “devoción” con la doctrina cristiana, ya que son “traficantes de Cristo, y hay que estar alerta contra los tales” (Cfr. Didaché XIII, 3-5).