PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE
SEGUNDA SECCIÓN:
LA
PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
LOS SÍMBOLOS DE LA FE
185 Quien dice "Yo creo", dice "Yo me
adhiero a lo que nosotros creemos". La comunión en la fe necesita
un lenguaje común de la fe, normativo para todos y que nos una en la misma
confesión de fe.
186 Desde su origen, la Iglesia apostólica expresó y
transmitió su propia fe en fórmulas breves y normativas para todos (cf. Rom
10,9; 1 Cor 15,3-5; etc.). Pero muy pronto, la Iglesia quiso también recoger
lo esencial de su fe en resúmenes orgánicos y articulados destinados obre
todo a los candidatos al bautismo:
Esta síntesis de la fe no ha sido hecha según las
opiniones humanas, sino que de toda la Escritura ha s ido recogido lo que
hay en ella de más importante, para dar en su integridad la única
enseñanza de la fe. Y como el grano de mostaza contiene en un grano muy
pequeño gran número de ramas, de igual modo este resumen de la fe encierra
en pocas palabras todo el conocimiento de la verdadera piedad contenida en
el Antiguo y el Nuevo Testamento (S. Cirilo de Jerusalén, catech. ill.
5,12).
187 Se llama a estas síntesis de la fe
"profesiones de fe" porque resumen la fe que profesan los
cristianos. Se les llama "Credo" por razón de que en ellas la
primera palabra es normalmente : "Creo". Se les denomina igualmente
"símbolos de la fe".
188 La palabra griego "symbolon" significaba
la mitad de un objeto partido (por ejemplo, un sello) que se presentaban como
una señal para darse a conocer. Las partes rotas se ponían juntas para
verificar la identidad del portador. El "símbolo de la fe" es,
pues, un signo de identificación y de comunión entre los creyentes.
"Symbolon" significa también recopilación, colección o sumario.
El "símbolo de la fe" es la recopilación de las principales
verdades de la fe. De ahí el hecho de que sirva de punto de referencia
primero y fundamental de la catequesis.
189 La primera "profesión de fe" se hace en
el Bautismo. El "símbolo de la fe" es ante todo el símbolo bautismal.
Puesto que el Bautismo es dado "en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo" (Mt 28,19), las verdades de fe profesadas en el Bautismo
son articuladas según su referencia a las tres personas de la Santísima
Trinidad.
190 El Símbolo se divide, por tanto, en tres partes:
"primero habla de la primera Persona divina y de la obra admirable de la
creación; a continuación, de la segunda Persona divina y del Misterio de la
Redención de los hombres; finalmente, de la tercera Persona divina, fuente y
principio de nuestra santificación" (Catech. R. 1,1,3). Son "los
tres capítulos de nuestro sello (bautismal)" (S. Ireneo, dem. 100).
191 "Estas tres partes son distintas aunque están
ligadas entre sí. Según una comparación empleada con frecuencia por los
Padres, las llamamos artículos. De igual modo, en efecto, que en
nuestros miembros hay ciertas articulaciones que los distinguen y los separan,
así también, en esta profesión de fe, se ha dado con propiedad y razón el
nombre de artículos a las verdades que debemos creer en particular y de una
manera distinta" (Catch.R. 1,1,4). Según una antigua tradición,
atestiguada ya por S. Ambrosio, se acostumbra a enumerar doce artículos del
Credo, simbolizando con el número de los doce apóstoles el conjunto de la fe
apostólica (cf.symb. 8).
192 A lo largo de los siglos, en respuesta a las
necesidades de diferentes épocas, han sido numerosas las profesiones o
símbolos de la fe: los símbolos de las diferentes Iglesias apostólicas y
antiguas (cf. DS 1-64), el Símbolo "Quicumque", llamado de S.
Atanasio (cf. DS 75-76), las profesiones de fe de ciertos Concilios (Toledo:
DS 525-541; Letrán: DS 800-802; Lyon: DS 851-861; Trento: DS 1862-1870) o de
ciertos Papas, como la "fides Damasi" (cf. DS 71-72) o el
"Credo del Pueblo de Dios" (SPF) de Pablo VI (1968).
193 Ninguno de los símbolos de las diferentes etapas
de la vida de la Iglesia puede ser considerado como superado e inútil. Nos
ayudan a captar y profundizar hoy la fe de siempre a través de los diversos
resúmenes que de ella se han hecho.
Entre todos los símbolos de la fe, dos ocupan un lugar muy
particular en la vida de la Iglesia:
194 El Símbolo de los Apóstoles, llamado así
porque es considerado con justicia como el resumen fiel de la fe de los
apóstoles. Es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia de Roma. Su gran
autoridad le viene de este hecho: "Es el símbolo que guarda la Iglesia
romana, la que fue sede de Pedro, el primero de los apóstoles, y a la cual
él llevó la doctrina común" (S. Ambrosio, symb. 7).
195 El Símbolo llamado de Nicea-Constantinopla
debe su gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros Concilios
ecuménicos (325 y 381). Sigue siendo todavía hoy el símbolo común a todas
las grandes Iglesias de Oriente y Occidente.
196 Nuestra exposición de la fe seguirá el Símbolo
de los Apóstoles, que constituye, por así decirlo, "el más antiguo
catecismo romano". No obstante, la exposición será completada con
referencias constantes al Símbolo de Nicea-Constantinopla, que con
frecuencia es más explícito y más detallado.
197 Como en el día de nuestro Bautismo, cuando toda
nuestra vida fue confiada "a la regla de doctrina" (Rom 6,17),
acogemos el Símbolo de esta fe nuestra que da la vida. Recitar con fe el
Credo es entrar en comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, es entrar
también en comunión con toda la Iglesia que nos transmite la fe y en el seno
de la cual creemos:
Este Símbolo es el sello espiritual, es la meditación de
nuestro corazón y el guardián siempre presente, es, con toda certeza, el
tesoro de nuestra alma (S. Ambrosio, symb. 1).
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