Cuando
analizamos a las grandes personalidades, cuando indagamos su historia,
a pesar de sus variadas ideas, personalidades y maneras de trascender,
descubrimos que todas llevan algo en común: cada una luchó arduamente
para alcanzar su ideal, lo cual seguramente no fue nada fácil.
Imaginemos por ejemplo al descubridor de la Penicilina, Alexander
Fleming, ¡cuántos días y noches, cuánto esfuerzo y dedicación le habrá
implicado descubrir este gran avance de la medicina! O bien, Ghandi,
quien entregó su vida por un ideal: el poder liberar a la India del
dominio inglés.
Los personajes que realmente han sido protagonistas en la historia
del mundo, han experimentado lo sublime de la lucha, del esfuerzo, y el
sacrificio.
Hoy tenemos un sinfín de avances que nos facilitan la vida, ¿Has
notado lo maravilloso que es llegar a tu casa, recostarte en la cama y
prender la tele a través de un control sin tomarte la molestia de
pararte. Y mejor aún, poder elegir qué canal ver desde la comodidad de
tu cama?
O bien, ¿te has puesto a pensar en lo práctico que fue el que
inventó el valet parking?, nos evita la “molestia” de buscar
estacionamiento y tener que caminar hasta la entrada del restaurante.
¿O comprar una hamburguesa por medio del “drive in” sin siquiera
bajarte del carro, con el único esfuerzo de estirar el brazo para
pagar? ¿Y qué tal el revisar tu estado de cuenta, tu saldo, o hacer un
depósito sin necesidad de ir al banco? Y así podría mencionar un
sinnúmero de maravillosos avances e iniciativas que tenemos en la
actualidad.
Es necesario hacer conciencia de que muchas veces el que todo se
nos ponga en charola de plata, nos puede hacer caer en la ley del menor
esfuerzo, en donde aquello que implica sacrificio, lo desechamos
inmediatamente.
Cada vez es más difícil encontrar personas que entreguen su vida
por un ideal, pues este no se da de la noche a la mañana y mucho menos
sin que implique un gran esfuerzo.
¡Cuántos hay que se quedan a la mitad del camino dándose por
vencidos! ya que aquello que se propusieron era muy difícil e implicaba
esfuerzo.
Es bueno utilizar los medios que la tecnología nos ofrece, pero no
hay que olvidar que lo bueno cuesta, que para alcanzar el ideal se
lucha, que para llegar a la meta se suda. Definitivamente, no se
recobra la salud si no se está dispuesto a tomar la medicina amarga.