Muchas veces los enemigos de Dios, valiéndose de la mentira, la calumnia, la superchería y hasta de la seudo ciencia, han tratado de socavar la fe de la Iglesia trasmitida a sus fieles, a lo largo de los siglos y fundada en los Evangelios canónicos.
Vano intento. La verdad y los dogmas propuestos por la Iglesia siempre han prevalecido frente a las insidias y ataques desatados contra ellos.
Tal ha sucedido con la que parecía a muchos una prueba definitiva, histórica, contra la virginidad de María, la Madre de Dios. Al divulgarse en el 2002 el descubrimiento arqueológico de un osario del año 66 d.C, con la inscripción en arameo “Jaime, hijo de José, hermano de Jesús” pensaban haberse demostrado la falsedad del dogma de la virginidad de María.
Hoy está confirmado, por medios de toda solvencia científica entre los mismos judíos, que ese osario, ha sido una burda falsificación por parte de una banda de arqueólogos que pretendían lucrarse con el hallazgo y que han acabado con sus huesos en la cárcel.
Una vez más. los católicos y cristianos en general, debemos estar alegres al proclamar públicamente la fe propuesta por la Iglesia y que juntos nos gloriamos de profesar.