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La edad del llegue


- ¡Papá! ¡Papá!, ¡Mamá!, - gritaba Carlitos de 13 años - ¿Qué creen?

- ¿Qué pasó? – pregunta su mamá.

- ¡Javier le acaba de llegar a Laura!

- Habla más despacio, que no se te entiende nada –le dice su papá - ¿Qué paso?

- ¡Que Javier le llegó a Laura!

Papá y mamá se miraron mutuamente y fue ella quien preguntó de
nuevo: ¿Qué es eso de que le llegó? La respuesta no se dejó esperar.

- Pues que ya son novios.

Como epidemia

En el transcurso de esa semana, llegaron a casa tres o cuatro noticias acerca de nuevos noviazgos. Incluso, hubo quienes pidieron a otros el favor de tantear el agua
diciéndole discretamente, a la muchachita elegida por alguno de sus
amigos, que él había estado diciendo que quería con ella y que le iba a llegar.
Esto con la intención de medir la reacción y pasar oportunamente la
información, que permitiera al interesado saber si el ambiente era
favorable o no, para lanzarse.

Posiblemente por imitación, pero más que nada para reafirmarse como
valientes y aventados entre su grupo de amigos, muchos preadolescentes
y adolescentes, comienzan a cambiar las relaciones de amigos o de
simples compañeros de estudios, por algo diferente, y a través del
citado llegue, pretenden iniciar un nuevo tipo de relación a la que
ellos llaman noviazgo.

Las primeras complicaciones

- ¿Cómo le ha ido a Javier con su novia? –preguntó la mamá unos días después.

- Yo creo que bien - respondió Carlos –. Hoy andaban los dos con
todo nuestro grupo y nos pusimos de acuerdo para dejarlos solos, pero
cuando se quedaron juntos casi ni hablaban. Dice Javier que no saben de
qué platicar, que se les acaba el rollo y por eso siempre andan con
toda la bola.

- Antes no dejaban de hablar - comentó la mamá -. ¿Y para eso se hicieron novios?, ¿para no hablarse?

- Bueno, así son ellos, pero en cambio Eduardo, todos los días le habla por teléfono a Marcela y se pasan horas hablando.

Unas semanas después, lo que había sido visto con tanta expectativa
por los compañeros, empezó a mostrar facetas diferentes: comenzaron a
llegar las noticias de los cortes.

- Fíjate mamá que Laura dice que ya no quiere con Javier y ya
cortaron. Ahora Laura dice que quiere con David, pero David todavía no
sabe...

Luchan por la autonomía

Esas primeras manifestaciones de valor, al atreverse a llegarle
a una compañera, son también manifestaciones de la lucha por la
autonomía. Los preadolescentes sienten la necesidad de afianzar sus
ideas y para ello cambian sus patrones de comportamiento. Apenas unos
meses antes, no querían saber nada de los compañeros del sexo opuesto,
sin embargo ahora, se presenta la rebelión contra todo lo que los hace
parecer infantiles. Esa lucha por la autonomía, se ve reforzada con el
descubrimiento que el preadolescente hace de su mundo interior.

A partir de los once o doce años, el muchacho comienza a
reflexionar, a hacer críticas y a sacar conclusiones propias. Ese
descubrimiento del propio yo, lo lleva a la rebeldía que utiliza como
un mecanismo a su alcance para adquirir autonomía y libertad. Esa
rebeldía por lo general tiende a ser grupal; el adolescente se une a su
pandilla para vivir con ellos sus primeras experiencias enfocadas a poner a prueba a la autoridad.

Por eso no es de extrañar que esas primeras escaramuzas de
noviazgo, sean más un medio para mostrarse valiente ante sus amigos y
demostrar que ya no es un niño.

Como ayudar

La educación de los hijos debe comenzar desde el momento de su
nacimiento, por lo mismo, no es posible pretender iniciar el proceso
educativo cuando los hijos llegan a la adolescencia. El elemento que
más contribuye a la educación es el ejemplo de los padres.

Sin embargo, hay ciertos puntos que de manera particular deben ser enfatizados:

- Una auténtica disposición al diálogo por parte de los padres.

- Reforzar una relación de amistad y confianza.

- Dar información sexual oportuna y adecuada.

- Desarrollar el criterio y la toma de decisión.

- Aprovechar incidentes para tratar temas difíciles con naturalidad.