PRIMERA SECCIÓN
LA VOCACIÓN DEL HOMBRE:
LA
VIDA EN EL ESPÍRITU
CAPÍTULO PRIMERO
LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA
1700 La dignidad de la persona humana está enraizada en su creación
a imagen y semejanza de Dios (artículo 1); se realiza en su vocación a la
bienaventuranza divina (artículo 2). Corresponde al ser humano llegar
libremente a esta realización (artículo 3). Por sus actos deliberados (artículo
4), la persona humana se conforma, o no se conforma, al bien prometido por Dios
y atestiguado por la conciencia moral (artículo 5). Los seres humanos se
edifican a sí mismos y crecen desde el interior: hacen de toda su vida sensible
y espiritual un material de su crecimiento (artículo 6). Con la ayuda de la
gracia crecen en la virtud (artículo 7), evitan el pecado y, si lo han
cometido recurren como el hijo pródigo (cf Lc 15, 11-31) a la misericordia de nuestro Padre del
cielo (artículo 8). Así acceden a la perfección de la caridad.