Id y predicad el Evangelio
Antes de subir al cielo, Jesucristo dejó a sus discípulos un mandato explícito. No fue un ruego, una recomendación ni un consejo, sino una orden terminante, clara y precisa, válida y obligatoria para siempre, para todos y todos los sitios:
”Id al mundo entero y predicad el Evangelio” .Bien sabido es de todos que proclamar a Jesucristo se identifica plenamente con la predicación de su Evangelio.
Desde el principio la Iglesia asumió como prioritaria y suya, esta tarea encomendada, anunciando a Jesucristo y proclamando el Evangelio de palabra, de obra, y con el testimonio de la vida y la sangre de sus mejores hijos, los misioneros.
Al cabo de los siglos, tras el Concilio Vaticano II y ante las dificultades, persecuciones y leyes de los países no cristianos, se ha abierto camino una corriente intraeclesial, por la que se pretende sustituir la predicación o propuesta del Evangelio, con la figura de Cristo, por la mera presencia testimonial, el diálogo interreligioso, la ayuda material y promoción humana o el dejar a las gentes en su buena fe con sus propias creencias.
No creo sea este el camino mandado por Cristo, ni el seguido por la Iglesia en siglos pretéritos.
Ante la negativa a admitir como uno de los derechos fundamentales del hombre, la libertad religiosa-caso del fundamentalismo Islámico- se habrá de exigir por todos los medios legales, la reciprocidad mutua en materia religiosa en todos los países del Globo.
Esta postura sí que es verdadera Alianza de civilizaciones. Lo demás es una injusticia, un atropello incalificable, una tomadura de pelo, una cobardía o lo que es más grave, una traición al Evangelio de Cristo por parte de los gobernantes de Occidente que ayudan a otras religiones e ignoran al cristianismo.