Leyendo la prensa de los últimos meses, me he dado cuenta que el tema de la homosexualidad se ha convertido en una verdadera moda. Y con el efecto que tienen las modas, creo que me he acostumbrado a este tema sin que cause en mí gran sobresalto. Hace algunos años, era un asunto del que poco se podía hablar sin despertar alguna reacción negativa o hacer algún gesto de rechazo. Hoy, los medios de comunicación han logrado implantar esta nueva moda invitándonos a hablar de la homosexualidad con total naturalidad. ¿Usted ha entrado también en la moda? ¿Ha pensado en sus consecuencias prácticas?
Además de ver aparecer cada vez más homosexuales en las películas, en los anuncios, en las canciones, en los modelos de las tiendas de ropa… el tema ha llegado hasta los tribunales y legislaciones, y busca implantarse también en las normas que rigen la vida de las naciones y de los individuos.
Ejemplo de que esta moda está teniendo éxito es el hecho de que el 8 de febrero del 2000 el Parlamento Europeo aprobó una resolución sobre la igualdad de derechos de los homosexuales y de las lesbianas. En ella se pide, entre otras cosas, a la Comisión de la Comunidad Europea, que recomiende a los Estados miembros la eliminación de "la prohibición de contraer matrimonio o de acceder a regímenes jurídicos equivalentes a las parejas de lesbianas o de homosexuales" y, además, que se ponga fin "a toda restricción de los derechos de las lesbianas y de los homosexuales a ser padres, a adoptar o a criar niños" (1)
También es ya conocido que en Holanda, Inglaterra, Alemania, Estados Unidos y otros países, la homosexualidad ha logrado todos los pretendidos derechos que exigía y ya se siguen programas para promoverla a todos los niveles y desde las primeras edades. En Inglaterra, existen vídeos de educación e instrucción homosexual para los niños de preescolar.
El siguiente blanco para esta moda tan contagiosa parece ser México, puerta segura para entrar al resto de los países latinoamericanos. Según informó el periódico Uno más Uno el 17 de diciembre, los representantes de organizaciones de lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros, habían pedido que se presentara en México la propuesta legal para aprobar las uniones homosexuales equiparándolas a los matrimonios tradicionales. Sin embargo, han llamado a la mesura al líder de la Asamblea Legislativa del DF, el perredista Armando Quintero Martínez, solicitando que no presente la propuesta de legalizar la unión de personas del mismo género, hasta que se haya dialogado con todos los implicados. Esperarán hasta julio del 2001 para tener consenso y lograr el éxito de su propuesta, pensando que para esa fecha, la gente esté más mentalizada y convencida de que se trata de algo positivo para todos.
Pero ¿por qué tanto interés en convertir la homosexualidad en un sistema de vida común a todas las sociedades? La existencia de personas que experimentan una atracción sexual exclusiva o predominante hacia otras del mismo sexo es un hecho conocido a través de los siglos y de las culturas. Pero no por ser algo que exista desde hace siglos, deja de ser una anomalía. Hoy los medios de comunicación nos informan con cierta frecuencia que las personas con esta inclinación quieren la equiparación legal a las parejas heterosexuales.
La resolución sobre la igualdad de derechos de los homosexuales y de las lesbianas aprobado por el Parlamento Europeo indica que "Las personas homosexuales, en cuanto personas humanas, tienen los mismos derechos que todas las demás personas. Entre los demás derechos, todas las personas tienen el derecho al trabajo, a la vivienda, etc." (2). Estos derechos son, en efecto, suyos en cuanto personas, pero no en virtud de su orientación sexual.
Todos queremos respetar a los demás, pero no queremos hacer un daño a la sociedad y a las futuras generaciones por un sentido de compasión mal entendido. No podemos olvidar que el comportamiento homosexual separa la sexualidad tanto de su significado procreador como de su profundo sentido unitivo, que son las dos dimensiones básicas de su naturaleza misma. Los actos homosexuales no sólo son de por sí incapaces de generar nueva vida, sino que, además, por no proceder de una verdadera complementariedad sexual, son también incapaces de contribuir a una plena comunión interpersonal en una sola carne. Las relaciones homosexuales carecen necesariamente, por su propia naturaleza, de las dimensiones unitiva y procreadora propias de la sexualidad humana. El comportamiento homosexual es, pues, contrario al carácter personal del ser humano y, por tanto, contrario a la naturaleza.
¿Queremos que nuestros hijos crezcan confundidos entre lo que es una moda impuesta con mucha inteligencia y lo que es realmente un camino de realización personal y felicidad? ¿Usted también se ha convencido de que no quiere ser homosexual, pero no es tan malo que otros lo sean… o que sus hijos lo sean?
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NOTAS:
(1)Resolución del Parlamento Europeo sobre la igualdad de derechos de los homosexuales y de las lesbianas, de 8 de febrero de 2000, apartdo nº 14.
(2)Ídem, apartado nº 6