Al
hablar de la soledad de los jóvenes, no se hace referencia a un
aislamiento físico, sino a una verdadera falta de comunicación y
acercamiento con los adultos con quienes comparten su espacio todos los
días.
El Doctor Dermot McCluskey, especialista en educación, quien lleva
más de 25 años conviviendo con adolescentes, constata que el origen de
muchos de esos problemas se encuentra en la tremenda soledad en la que
viven muchos niños y jóvenes.
Los jóvenes necesitan encontrar en sus padres al amigo adulto, que
aun teniendo más edad, experiencia y autoridad, no se aprovecha de su
situación para manipular, sino que tiene la capacidad de escuchar, de
ponerse en sus zapatos, comprender su problemática y sus necesidades,
y, desde esa perspectiva, orientarlos, dirigirlos y ayudarles.
La realidad es que muy pocos padres asumen ese papel ya que creen
que con mandar a sus hijos a la escuela, proporcionarles vivienda y
alimento cumplen con su responsabilidad.
Hay padres que se precian de tener muy bien educados a sus hijos,
cuando en realidad lo que hacen es un proceso de domesticación, pues
con el fin de no batallar, utilizan su autoridad para hacer que los
jóvenes actúen en base a lo que resulta más conveniente o cómodo para
dichos padres, con lo cual construyen un muro entre ellos y sus hijos y
provocan en estos ese sentimiento de soledad.
Proliferación de problemas
Muchos problemas que hace algunas décadas eran casi exclusivos de
los adultos, ahora se dan en gran escala entre jóvenes, debido a que
dichas situaciones son una forma de escape que los jóvenes encuentran
para soportar la terrible soledad en la que viven.
El señalar a la soledad psicológica y emocional como la causa de
muchos de los problemas y actos delictivos en los que incurren los
jóvenes, el mismo Doctor McCluskey denomina muchos de esos problemas
como las enfermedades de la soledad, entre las que están
suicidios, alcoholismo, drogadicción, pandillerismo, enfermedades
psicosomáticas, casos de SIDA y enfermedades venéreas.
Las verdaderas causas
Tratando de encontrar una explicación a todas estas situaciones,
hay quienes culpan a la violencia en los programas de televisión, la
facilidad que tienen los jóvenes para adquirir drogas o a la influencia
del medio ambiente.
No se pretende restar importancia a esos factores, que
indudablemente son reales y de una o de otra manera influyen en los
jóvenes. Pero la verdadera causa, la que más influye, poco se menciona
y ésta se sintetiza en el hecho de que muchos jóvenes, en realidad,
carecen de una familia, pues aunque algunos la tienen físicamente,
emocionalmente no.
En busca de soluciones
En esta problemática, como sucede en casi todo, es importante tomar
en cuenta que es mejor la prevención que tratar de poner remedio cuando
el daño ya está hecho.
Si todavía están a tiempo, si todavía no se ha dado ninguno de los
problemas mencionados como fruto de la soledad, vale la pena poner en
práctica lo que el mismo McCluskey llama la práctica de la doble T y se refiere a dos cosas: Tiempo y Técnica.
Tiempo para los hijos
Al hablar de tiempo, simple y sencillamente se refiere al hecho de que los padres deben dedicar más tiempo a sus hijos.
A veces se argumenta que lo que importa no es tanto la cantidad de
tiempo que se pasa con los hijos, sino su calidad. Indudablemente es
necesaria la calidad, pero también es necesaria la cantidad. No se
puede dar una comunicación de calidad con un extraño. Para desarrollar
confianza y apertura se tiene que dar un proceso que requiere de
tiempo.
Por tiempo de calidad se entiende el que se pasa con los hijos,
enfocado a promover una comunicación real. No es el tiempo que padres e
hijos pasan juntos frente al televisor, ni el que se emplea en
reprenderlos o sermonearlos, sino aquél en el que se escucha a los
hijos activamente, con intención de comprender sus intereses, puntos de
vista, inquietudes y preocupaciones.
Técnica adecuada
Muchos padres pueden argumentar que tratan de hablar con sus hijos,
pero que ellos están encerrados en sí mismos y no permiten ningún tipo
de intercambio.
Indudablemente, se está empleando la técnica equivocada y aquí es
en donde vale la pena, entre otras cosas, considerar lo siguiente:
* Evitar tratar a los hijos adolescentes como si fueran tontos,
tratarlos como los seres inteligentes que son, con capacidad de pensar,
reflexionar y argumentar.
* Cuando los hijos están entre los 12 y los 14 años, tienden a
autoafirmarse mediante arranques de enojo, portazos e incluso con
frases hirientes. Es un error el que los padres los tomen demasiado en
serio y se sientan ofendidos por ello. Lo mejor es no hacer demasiado
caso de esas situaciones, no respondiendo de inmediato y esperando a
que los ánimos se calmen para platicar con serenidad.
* Darles la oportunidad de que definan lo que quieren ser. Muchos
padres quieren hacer que sus hijos sean exactamente como ellos son.
Cada persona es un ser único, especial y por consiguiente, el querer
hacerlos como alguien más, lo único que genera es oposición,
dificultando la comunicación.
* Dejar que los hijos crezcan, delegándoles responsabilidades y
permitiéndoles tomar decisiones a su alcance, en vez de ejercer sobre
ellos un control extremo.
* Procurar ver como adultos a los hijos mayores de 18 años y no
seguirlos tratando como bebés. Una de las cosas que más irritan a los
jóvenes, alejándolos del contacto con sus padres, es el hecho de
sentirse tratados como niños.
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