El
presupuesto de un hogar suele manejarlo la esposa. El varón no siempre
valora lo que cuesta comprar en el mercado o pagar un plomero. Pero hay
un capítulo de gastos que ambos conocen muy bien: la educación. El
costo de libros y pagos escolares se tiene tan en cuenta, que muchos
matrimonios invierten sus mejores esfuerzos en conseguir la mejor
educación para sus hijos. Haga usted una mini encuesta entre sus
amistades y descubrirá que todos desean una buena cultura para sus
hijos.
Pero el dato curioso salta a la vista: muchos papás desean que sus
hijos tengan buenas calificaciones y posean excelente preparación, pero
ellos no saben cual es la capital de Checoslovaquia o en qué año se
concedió por primera vez el premio Nobel. Queremos cultura para
nuestros hijos, mientras nosotros nos quedamos en la formación que
recibimos en la escuela o al salir de la universidad.
Recuerde: Nadie da lo que no tiene. Y la conclusión inmediata no es
que cada uno de nosotros se convierta en una enciclopedia andante para
los propios hijos. La conclusión simple nos propone que, si yo tengo
más cultura, mis hijos recibirán más tesoros de mi pequeño banco. Haga
el esfuerzo: vea más programas culturales en la televisión; lea algún
libro que no sea solamente de aventuras; procure hojear las noticias
internacionales en el periódico... aunque no sean deportes. Sus hijos
serán los más beneficiados.