Aspectos éticos
El uso de Internet ha alcanzado en la actualidad una gran difusión, que muy probablemente está destinada a aumentar. Permite acceder, a muy bajo costo, a innumerables noticias e informaciones útiles. Para muchos tipos de trabajo se ha convertido en un instrumento indispensable. A la red de Internet está asociado el correo electrónico, que permite una comunicación rápida con cualquier parte del mundo. Internet está concebido como una red abierta y libre, en la que no se opera una selección de contenidos. Solo aquéllos que constituyen un delito grave son objeto de control y persecución por parte de la policía.
La posibilidad de navegar libremente por todas partes del mundo puede excitar la curiosidad y hacer que se pierda mucho tiempo, si el usuario carece de pericia y autodisciplina.
Ni el bien ni el mal son específicos de Internet. Si se debiera señalar algo realmente específico de Internet sería la posibilidad de hacer llegar el bien a muchas personas, sin la necesidad de movilizar grandes recursos económicos y de personal, haciendo así posible la intervención a gran escala de personas o grupos de recursos modestos, que hasta ahora no habían podido intervenir positivamente en el mundo de la opinión pública. Es verdad que, con la misma escasez de recursos, se puede difundir el mal, pero eso no es novedad, porque el mal ya se hace abundantemente a través de otros medios de comunicación.
El problema ético de Internet es el problema de su recto uso o, en otras palabras, el de la formación y la virtud necesarias para usarlo rectamente, tanto por parte de quien introduce contenidos en la red como del usuario.
Como primer apunte podríamos señalar que hacer un buen uso de Internet sería acceder a él siempre para algo determinado. Es poco razonable conectarse a Internet sin saber qué se quiere hacer, sólo porque se tiene tiempo libre o porque se está cansado y se piensa descansar navegando. La actitud de conectarse sin una finalidad precisa y justa, sólo para curiosear, tiene ya algo éticamente negativo y fácilmente puede dar lugar a males más graves.
Filtros y otras protecciones
Puesto que la red de Internet es vehículo de contenidos tanto positivos como negativos, han surgido dispositivos técnicos que impiden el paso de los contenidos negativos. Con el aumento de la potencia de los ordenadores personales, se hizo posible introducir en ellos un programa capaz de analizar en el acto el contenido de la página a la que se va a acceder, y de impedir el acceso si esos contenidos son negativos. Su eficacia es alta, pero no llega al 100%.
Otra vía de protección es la catalogación de las páginas con el sistema ICRA. El usuario instala en el ordenador el filtro ICRAplus, gratuito, y él mismo define qué nivel desea aceptar en cada categoría.
Una tercera vía de protección es usar Internet a través de un Provider, que ya aplica un sistema de filtración serio y bien orientado. Es un sistema gratuito y eficaz muy apropiado para las familias, aunque no es del todo perfecto.
Hay muchos estudios que obligan a reflexionar seriamente acerca del modo y la medida en que se emplean las restricciones que, en todo caso, han de ir adecuándose a la edad y al desarrollo de las personas.
Niños y adolescentes ante el ordenador
Actualmente, los niños y los adolescentes usan bastante el ordenador en su propia casa y usan también Internet. Es interesante el documento de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos titulado Your familyand Cyberspace que dice: Por el bien de sus hijos, así como por el suyo propio, los padres deben aprender y poner en práctica su capacidad de discernimiento como telespectadores, oyentes y lectores, dando ejemplo en sus hogares de un uso prudente de los medios de comunicación social. En lo que se refiere a los jóvenes, están más familiarizados con el uso de Internet que sus padres, pero estos tienen la grave obligación de guiar y supervisar a sus hijos en su uso.
Los padres y los hijos deberían comentar juntos lo que se ve y se experimenta en el ciberespacio. El deber fundamental de los padres consiste en ayudar a sus hijos a llegar a ser usuarios juiciosos y responsables de Internet, y a no llegar a una dependencia tal que se convierta en una adicción.
Los padres tienen que educar a los hijos en este aspecto, dedicándoles tiempo y haciendo un esfuerzo, si fuera necesario, para conocer la red de Internet. Es muy conveniente que el ordenador conectado a la red esté en un lugar de paso o bastante frecuentado en la casa. También se ha de explicar a los niños que no faciliten datos personales ni entren en contacto con desconocidos, que han de hablar con sus padres de lo que les parezca extraño, y que han de ser ante todo prudentes.
Cuando los hijos son más mayores, sigue siendo muy conveniente usar un filtro en el ordenador con el que trabajan en casa. A pesar de todas estas indicaciones, es muy difícil dar reglas generales acerca de lo que conviene hacer, pero lo único que no es aconsejable es desentenderse del tema.
Los adultos en internet
El uso de Internet por parte de los adultos puede ser estudiado desde dos puntos de vista: el del usuario y el de las autoridades de las que dependen algunos ámbitos en los que el usuario se mueve.
Desde el punto de vista del usuario consideramos, en primer lugar, el caso de la persona de actitud moral recta que usa Internet para su trabajo o para el estudio y que, por tanto, no busca contenidos inconvenientes ni pasa el tiempo navegando. Si se utiliza un filtro que impida que aparezcan involuntariamente contenidos inadecuados, el uso de Internet no debería ocasionar ningún problema moral.
Quien trabaja con Internet sin protección alguna, debe plantearse en conciencia si se puede encontrar en ocasiones próximas de pecado grave. En caso afirmativo tiene el deber moral de usar un filtro con el que evitar además tensiones innecesarias ante tentaciones que podrían presentarse de improviso.
Uso de internet en empresas, residencias e instituciones
La experiencia enseña que, incluso cuando se trata de personas con cierta formación moral, se hace un uso bastante inmoral de la red, con notable daño para los interesados. A veces, los responsables de estas estructuras no ponen remedio alguno, alegando que el comportamiento moral privado es responsabilidad de cada uno, dado que se trata de adultos; o bien por miedo a adquirir fama de personas mojigatas que no respetan la libertad de los demás; o bien porque desean evitar un ambiente de desconfianza.
Lo que aquí está en discusión no es el uso que los adultos pueden hacer de su libertad, sino el tipo de servicio que una residencia o institución educativa ha de ofrecer. Y conviene que el servicio ofrecido tenga ciertas garantías morales, lo que se puede lograr adoptando un sistema de filtrado de la línea que llega a la residencia o institución educativa. El ideal al que habría que tender es que los que pasan por una residencia salgan convencidos y educados respecto al buen uso de Internet, y no que simplemente acepten de modo pasivo unas restricciones de las que se liberarán apenas les sea posible.
La Iglesia ha declarado a menudo su convicción de que los medios de comunicación son, como dice el Vaticano II, "maravillosos inventos de la técnica", que ya hacen mucho para afrontar las necesidades humanas y pueden hacer aún mucho más. Desde siempre la Iglesia ha tenido un enfoque positivo de los medios de comunicación social, que contribuyen eficazmente a descansar y cultivar el espíritu y a propagar y fortalecer el Reino de Dios.
Sería un gran bien para la Iglesia que un mayor número de personas, que tienen cargos y cumplen funciones en su nombre, se formaran en el uso de los medios de comunicación social con el fin de servir a la vocación humana y transcendente de cada ser humano, y así glorificar al Padre, de quien viene todo bien.
Recomendaciones y conclusión
Es importante que la gente use Internet de modo creativo para asumir sus responsabilidades y realizar la obra de la Iglesia. No es aceptable quedarse atrás tímidamente por miedo a la tecnología o por cualquier otra razón, considerando las numerosas posibilidades positivas que ofrece Internet.
Internet es una puerta abierta a un mundo atractivo y fascinante, con una fuerte influencia formativa; pero no todo lo que está al otro lado de la puerta es saludable, sano y verdadero. Internet puede enriquecer nuestras vidas más allá de los sueños de generaciones anteriores y capacitarnos para que, a su vez, enriquezcamos la vida de los demás.
Los jóvenes necesitan aprender cómo funcionar bien en el mundo del ciberespacio, cómo hacer juicios maduros sobre lo que encuentran en él y cómo usar la nueva tecnología para su desarrollo integral y en beneficio de los demás. También puede arrastrarlos al consumismo, a la pornografía, a fantasías violentas y a un aislamiento patológico, por lo que en el ciberespacio pueden estar llamados a ir contracorriente, ejercer un influjo cultural positivo.