Ante la próxima llegada y encuentro del Papa Benedicto XVI con las familias en Valencia, y tras los 14 largos meses de su pontificado, todavía hay medios y personas, católicas y no, para quienes este Papa sigue siendo una incógnita a resolver.
Andan desconcertados, inquiriendo a través de sus discursos, escritos y comparecencias públicas, la etiqueta que mejor le cuadra para clasificarlo, como hacen los entomólogos con sus colecciones de insectos.
No acaban de definirlo como un papa conservador o progresista; mediático o más bien místico; apegado a la Tradición o innovador; imitador de Juan Pablo II, guardián de la ortodoxia, viajero inquieto o intelectual profundo. Me atrevo a decir que de todo tiene un poco, sin ser por ello de fácil clasificación.
Me han parecido, al respecto, de lo más exacto, las líneas que a modo de semblanza, le ha dedicado el ABC (2/ 07 ). “Estamos ante un Papa seguro de sus principios, implacable contra el relativismo que caracteriza a la sociedad posmoderna, pero comprensivo hacia la fragilidad de la condición humana”.Coincide este juicio con el que hacía un prelado de la Curia, buen conocedor del estilo de Ratzinger que decía:” El Papa no viene a hablar contra nadie, sino a hablar de la familia”. Bienvenido sea.