Cuando se está preparando en toda Europa y en España, próximamente, la campaña mediática para concienciar a los ciudadanos de votar la Constitución europea, convendría no olvidar las palabras del papa Juan Pablo II, frente a otras corrientes ideológicas anticristianas: “Europa sé tu misma .No olvides tus raíces cristianas.”
Muy oportuna y certeramente lo ha venido a recordar un reciente libro titulado El evangelio de los audaces de los autores Gustavo Villapalos y Enrique San Miguel.
En él se hace un recorrido por la historia europea y se pone de relieve la influencia de unos destacados políticos, intelectuales y hombres de acción ,que tuvieron una singular y decisiva importancia en la génesis y desarrollo de lo que hoy llamamos Europa. Todo merced a su pública y notoria condición de católicos.
En la memoria de la generalidad están los nombres –ampliamente tratados en la citada obra- de Adenauer, el rey Balduino, de Gasperi, Bidault, Herrera Oria, La Pira, Aldo Moro, Robert Schuman y Enrique Sahaw entre otros.
En memoria y recuerdo perenne y agradecido a estos próceres católicos europeos, debería proclamarse sin ambages, la influencia innegable del cristianismo en Europa.