Un pensador actual ha escrito: ”La vida es como un paréntesis en el tiempo. Se abre con el nacimiento y se cierra con la muerte. Poco importa que ese paréntesis sea largo o corto. Lo que importa es lo que se ponga dentro de él.. A muchos la propia vida les produce vértigo”.
La finalidad que se propone la Iglesia no es otra, que alentarnos para que nos preparemos al encuentro -el más importante de nuestra existencia- con el Señor. “Preparad el camino. El Señor vendrà” nos recuerda insistentemente en su liturgia.”Vigilad, porque no sabéis el momento ni la hora”, nos advierte Jesús en su Evangelio.
Y aquí, precisamente, está lo desconcertante. Todos nos preocupamos por nuestro futuro inmediato. Hacemos planes de previsión, de jubilación, de vejez, de enfermedad, de accidentes, de imprevistos etc...
Pero ¿por qué no prever y preparar el futuro definitivo, que no es otro que el encuentro con Dios?.
Si todavía no lo hemos entendido así , ojalá que pronto lo comprendamos y obremos en consecuencia.
Hay que llenar el paréntesis de nuestra existencia humana haciendo el mayor bien posible.
Lo verdaderamente importante en la vida no son las cosas, personas o asuntos con que nos relacionamos ,sino Dios, que es nuestro futuro.