’Si se desea combatir el narcotráfico, lo primero que debe detenerse es el consumo de estupefacientes.’
Cuando escuché este comentario, no pude dejar de pensar en lo
cierto que es, y que si se logra, se estaría erradicando una de las más
grandes plagas sociales que enfrentamos en este siglo y que ataca
principalmente a los jóvenes, sobre todo cuando están descubriendo su
identidad.
Algunos quisieran creer que no está tan generalizado, por ejemplo,
el uso de la marihuana. Sin embargo, siendo más realistas, hay que
admitir que ya es bastante común el uso de drogas.
Los padres se espantan tan sólo de imaginar que uno de sus hijos
pudiera involucrarse en este problema. Tristemente los muchachos no
sienten temor. Viven el momento, se quieren divertir y no ven mucho
riesgo en su conducta, a pesar de que la marihuana es ilegal, y esto
les podría traer serios problemas con la ley.
Un problema añejo
"Me aficionaba a mis vicios, no sólo por el deleite, sino también
por el deseo de alabanza. ¿Qué cosa hay más digna de menosprecio que el
vicio? Y no obstante, para no ser menospreciado, me hacía vicioso."
Estas son líneas que escribiera el filósofo de origen africano
Aurelio Agustín, allá por el siglo II de nuestra era y sirven para
ilustrar una de las muchas razones por las que los jóvenes se ven
tentados a probar las drogas.
Es muy difícil erradicar este mal, pero no imposible. Los padres
deben estar muy alertas y preparados para saber qué hacer si su hijo se
deja envolver en este vicio tan posesivo, no sea que por
desconocimiento lleguen incluso a abandonarlo a su suerte, en lugar de
hacer que salga del mundo de las drogas.
En la adolescencia y principios de la juventud, los muchachos
experimentan una sensación de rebeldía. Algunos encuentran en el uso de
la marihuana un vehículo para protestar ante el acelerado, mecanizado y
deshumanizante mundo en que viven. Buscan en la marihuana, por ejemplo,
una forma de relacionarse y comparten con muchachos que generan su
misma conducta, una manera de sobreponerse ante una sociedad
indiferente.
Lo que jamás piensan estos jóvenes es que la aparentemente
inofensiva marihuana puede ser, a fin de cuentas, más destructiva que
funcional y puede involucrarlos con drogas que son altamente
peligrosas.
Cuando un joven de cualquier sexo o estrato social utiliza la
marihuana, enfrentará serias complicaciones, tanto en su vida personal
como social.
- Manchan su futuro. Las personas que utilizan drogas son mal
vistas y no aceptadas por la sociedad, y es dentro de ésta, donde los
adolescentes y jóvenes se desarrollarán en el campo de trabajo y la
convivencia en un futuro. No les conviene exponerse a una ’tacha’ o
etiqueta de ’drogadictos’, que podría señalarlos toda una vida.
- Se aíslan. Quizá muchos se droguen, pero al hacerlo se imaginan
que podrían tener serios problemas legales al ser sorprendidos por la
policía, pueden acabar en la cárcel.
- Se vuelven adictos. El daño psicológico que les causa es enorme
ya que, aunque los jóvenes crean que la marihuana no hace daño, sí lo
causa al volverlos adictos.
- Pierden la voluntad. Es un estupefaciente tan posesivo de la
voluntad del ser humano, que los jóvenes que se aficionan a la droga,
cada vez la tienen que utilizar con más frecuencia y en mayor cantidad.
- Aparte, es muy conocido hasta para los mismo usuarios, que la
marihuana es la puerta que les permite conocer toda clase de
estupefacientes más dañinos, peligrosos y fulminantes, los cuales
pueden aceptar con facilidad, debido a que su voluntad a causa del uso
de la droga está muy debilitada, dejándose arrastrar por la corriente
de vicios de aquellos con quienes se juntan.
- No son personas responsables. Los usuarios de la marihuana, casi
en su totalidad no se consideran enfermos, mucho menos pacientes
psiquiátricos. No quieren medir las consecuencias que su conducta les
pueda ocasionar, como problemas legales, conflictos de identidad o
existenciales.
Drogas como síntoma de otra enfermedad
El uso de la droga no se debe ver como un problema aislado, sino
como síntoma principal de una enfermedad fundamental de la sociedad.
Así como la fiebre disimula el mal que oculta, el uso de drogas revela un desorden fundamental:
* La epidemia de auto-medicación que sufre la sociedad occidental.
* Los jóvenes se sienten desilusionados del mundo en que viven.
Sienten que no tienen oportunidades, y desean evadirse de la realidad.
¿Cuáles son las drogas más populares
Los dos tipos de drogas que más se utiliza en nuestra sociedad occidental son el alcohol y la marihuana.
Los adictos más comunes y que tienen el más elevado índice de
deterioro psicológico y social son los que utilizan el alcohol, ya que
es aceptado socialmente. La droga que ocupa el segundo lugar en consumo
es la marihuana.
¿Cómo detectar que alguien consume estupefacientes?
El carácter de los no usuarios contrasta notoriamente con el de los fumadores de droga.
Los no usuarios:
a) En general viven en casa de sus padres.
b) Están menos a favor de cambios sociales considerados liberales o socialistas.
c) Son menos experimentados sexualmente.
d) Son más rígidos en sus variaciones en la conducta social.
e) Están más cercanamente identificados con sus padres.
Los usuarios :
a) Están mucho menos identificados con sus padres y la sociedad paternalista.
b) Tienden a experimentar todo a una edad más temprana.
c) Están más alejados de los valores tradicionales.
El doctor norteamericano, Joel Simon Hochman, en su libro
’Marihuana y evolución social’, dice :“Existe una relación directa
entre la duración y frecuencia del uso de la marihuana por un joven y
la proporción en que sus amigos usan la droga.”
Sucede como con el alcohol, los muchachos se drogan por presión social.
La misma fuente, al mostrar un panorama general del porqué la gente prueba la marihuana por vez primera, señala que es:
a) Porque sienten curiosidad.
b) Porque existe presión ’amistosa’ de otros que ya la consumen.
c) Porque buscan estar a la moda y ganar aceptación de los
marihuanos, a los que consideran muy ’in’ y nada ’conservadores’ (algo
así como muy mundanos y nada reprimidos).
d) Porque buscan un cambio de humor o estado de conciencia, ya sea
por curiosidad, para cambiar un ánimo desagradable, o bien intensificar
un estado de ánimo placentero.
Si la familia está unida y los padres se preparan para cimentar en
sus hijos valores de moral, virtudes y espiritualidad, es menos
probable que caigan en el mundo de las drogas.
Pero ,suponiendo que el muchacho en cuestión ya presenta un
problema crónico de adicción, hay que procurar sacarlo, a como dé
lugar, del pozo en que se ha metido.
Posibles soluciones
a) El programa más efectivo en contra del abuso de drogas sería que
existieran personas que se esforzaran por forjar un medio ambiente más
habitable:
- Una tierra con espacios tranquilos.
- Con oportunidades personales.
- Respeto por la belleza e integridad individuales.
Esto sería más tranquilizante y efectivo que cualquier droga.
b) Que existiera una solución efectiva a los problemas de nuestro
deteriorado medio ambiente. Las instituciones educativas, sociales,
gubernamentales y culturales tendrían que reformarse para corregir el
desencanto de los jóvenes y ellos podrían servir como una fuente
poderosa de energía para el cambio positivo.
c) Que los padres no vieran a su hijo que se droga como un criminal
al que se debe reprimir. Está comprobado que los métodos que castigan
sólo han servido para endurecer un mal funcionamiento de conducta hasta
hacerlo habitual.
El temor que podrían llegar a sentir los hijos hacia unos padres
que reprimen podría ser reemplazado por el diálogo entre amigos que
localizan y comprenden el problema, para vencerlo con apoyo familiar.
d) Para que un programa fuera efectivo, no sólo tendría que
dirigirse a los que se drogan sino también a las generaciones mayores,
donde muchos de ellos no usan estupefacientes.
- Se puede enseñar a ’los viejos’ acerca de los jóvenes para que interactúen unidos.
- Comenzar por eliminar los típicos papeles de padres e hijos que
no se quieren entender para comenzar a tratarse como verdaderos amigos.
- Los papás pueden comprender el comportamiento de sus hijos y
hacerles saber realmente que cuentan con ellos para salir del problema,
una vez que en confianza reconozcan que dicho problema existe.
- También pueden abirse canales de comunicación y fomentar la
confianza mutua. Para esto es necesaria mucha plática entre padres e
hijos.
Algunas soluciones parecerán utópicas e inalcanzables, y tal vez
así será si no existen padres dispuestos a atacar tan grave problema y
a poner todos los medios adecuados para ello.
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