Cuando comienzan nuestros hijos el colegio, la vida ordinaria vuelve a imponerse. El inicio del curso escolar y el final de las vacaciones estivales condicionan a muchas familias a retornar a la actividad laboral y escolar. Se instauran los horarios, la organización del tiempo libre y del descanso al finalizar la jornada.
En la organización de este tiempo libre tiene un lugar muy destacado la televisión. A este respecto, Mercedes Álvarez, la autora del libro Cómo sacar partido a la televisión decía que “Lo queramos o no, la televisión ya forma parte, desde hace mucho tiempo, de nuestro mundo y de nuestras vidas, y para que no se adueñe de éstas, lo más sensato es aprender a sacarle partido”.
Ahora que el mal tiempo nos va impedir hacer planes de familia al aire libre y que retomamos los hábitos del curso escolar, es bueno no perder de vista algunos consejos que dan especialistas y orientadores que, aunque todos conocemos, es conveniente refrescar de vez en cuando.
1.- No debemos dejar a los niños solos ante la televisión. No se debe tener a la televisión como una "niñera electrónica". Debemos ver la televisión con nuestros hijos. Si no es posible, debemos informarnos sobre lo que están viendo.
2.- Tenemos que impedir que se encienda el televisor cuando los niños quieran. Debemos acotar a nuestros hijos el tiempo dedicado a este medio. Es conveniente tener un horario preestablecido para ver programas de televisión. Como todas las cosas, la televisión tiene “su lugar” en la vida familiar, junto a otras actividades.
3.- Enseñar a los hijos a que no hay que “ver televisión”, sino que hay que ver programas de televisión. Así podremos desarrollar la capacidad de selección y discriminación, que les habilitará para tener criterio televisivo.
4.- Un buen modo de afirmar las ideas anteriores, es no tener a mano el mando a distancia. El “zapping”, o la costumbre de cambiar permanentemente de canal de televisión, es contrario al criterio de selección y al de estar los padres previamente informados sobre la programación televisiva.
5.- No es conveniente que nuestros hijos tengan un aparato de televisión en su habitación. Este hecho hace muy difícil que conozcamos los programas que ven, la selección que realizan y el tiempo que invierten en la pantalla.
6.- No todos los programas dan lo mismo. Los padres debemos dar a nuestros hijos unas pautas sobre los contenidos televisivos, sobre los valores o contravalores que ofrecen determinados programas. Fruto de este análisis compartido nuestros hijos pasan por un proceso reflexivo y supone una vía para que vayan adquiriendo competencia televisiva.
7.- No conviene dar por sentado que todos los programas llamados “infantiles” tienen un contenido adecuado. Los padres debemos orientar a nuestros hijos en este sentido, lo que nos obliga a informarnos adecuadamente al respecto.
8.-La capacidad de imitación que tiene el niño debe de ser orientada hacia el conocimiento de personajes reales y ejemplares y no hacia “héroes de ficción” o personajes de poca ejemplaridad.
9.- El ejemplo es vital. Si los padres ven mucha televisión, o televisión de mala calidad, ¿con qué criterio vamos a evitar que nuestros hijos vean aquellos programas negativos para ellos?. Los padres suponemos un modelo para nuestros hijos en la relación que éstos establecen con distintos ámbitos de la vida.
10.- Dialogar con nuestros hijos sobre los contenidos emitidos en televisión. Es una buena forma de educar en valores, reflexionar juntos y entablar una conversación interesante sobre sus gustos, preferencias y actitudes respecto a lo visto.