Es
común escuchar entre los jóvenes: ’Llevo una dieta buenísima que saqué
de la revista equis” ’Te recomiendo la dieta de la...’ ’Fui con un
especialista para que me ayude a bajar estas llantitas’ “Con el
gimnasio y la dieta, ahora sí voy a bajar”.
Hoy en día, la mayoría de los adolescentes quiere tener un cuerpo
delgado y bien definido, pero... ¡cuidado!, entre estos casos nos
encontramos no sólo ante el deseo natural del joven por lucir bien,
sino estamos también ante un problema de desorden alimenticio.
¿Qué es un desorden alimenticio?
Básicamente es una manera obsesiva y enfermiza de comer, derivada
de un problema psicológico. Es un mecanismo negativo que se traduce en
una obsesión por la comida (comerla, o no).
Los tres problemas más frecuentes son la anorexia nervosa, la bulimia y el comer compulsivamente.
• La anorexia es una obsesión por estar delgada.
No es simplemente el deseo de bajar uno o dos kilos por sentirse
bien, sino que la persona tiene el sentimiento continuo de sentirse con
sobrepeso y por lo tanto cree firmemente que necesita adelgazar.
Esto no quiere decir que la persona que tiene anorexia nervosa no
tenga apetito, sino que tiene miedo de comer, por lo que literalmente
se muere de hambre.
• La bulimia consiste en que la persona después de comer se fuerza a devolver el estómago, o abusa de diuréticos y laxantes.
Con frecuencia las personas con bulimia se sobreejercitan, por lo
que en ocasiones pasan de un sobrepeso a verse esqueléticas. La bulimia
y la anorexia pueden combinarse en el mismo paciente. Es necesario
notar que las personas que padecen estas enfermedades no necesariamente
se encuentran en un estado cadavérico, hay quienes están en un peso
casi normal y sin embargo están bajo serios riesgos si su enfermedad no
es diagnosticada y tratada adecuadamente.
•Los comedores compulsivos usan la comida como medio para
canalizar sus emociones, o como instrumento para apartarse de los demás.
Es común pensar que las personas con anorexia o bulimia son
personas vanidosas que desean verse como modelos o que una persona que
come compulsivamente es alguien que carece totalmente de voluntad. Sin
embargo, no podríamos estar más lejos de la realidad. Estas
enfermedades son un serio problema, que de no ser tratadas en forma
adecuada causan complicaciones al grado de llevar a la persona a la
muerte.
Causas y consecuencias
El problema de desorden alimenticio no sólo tiene complicaciones
físicas (ritmo cardiaco irregular, desbalance hormonal, problemas en
los huesos y en los dientes por la falta de calcio) sino también
psicológicas, ya que la manera en que manejan su obsesión por la comida
y su peso es sólo un síntoma de serios conflictos emocionales que se
llevan a cabo dentro de la mente del paciente. Por ejemplo: una baja
autoestima, un estado de depresión, alto nivel de estrés, sentimientos
de culpa, etc.
Los enfermos tienden a castigarse a sí mismos por no lograr la
perfección en muchas de las metas poco realistas que ellos mismos se
ponen, por lo que un desorden alimenticio es para ellos un mecanismo
para controlar o suprimir sus emociones.
¿Qué es lo que se ve cuando uno tiene uno de estos problemas?
Antes que nada, hay que darse cuenta que uno mismo no se puede
convertir en el terapeuta, es necesaria la ayuda profesional. Pero se
pude ayudar a la persona escuchándola y tratando que se comunique con
personas que hayan pasado por el mismo problema y buscar o formar un
grupo de soporte.
Hay que recordar que lo más importante es escuchar, no decirle lo que está bien o mal, no hay que convertirse en un inquisidor.
¿Qué se puede hacer cuando uno mismo se encuentra ante un problema de desorden alimenticio?
Primero, no puede ni debe autodiagnosticarse. Es necesaria la ayuda
de un profesional. Cuando alguien tiene un problema y lo reconoce, da
el primer paso para solucionarlo, sólo hay que confiar y dejarse ayudar
por los papás, hermanos, amigos y especialistas.
Estos problemas alimenticios generalmente se dan en la adolescencia
y sobre todo en mujeres, aunque también se presentan en hombres.
Es necesario alertar a los padres de familia, para que pongan mucha
atención en el comportamiento de sus hijos, sobre todo en el tema de la
autoestima, que se va formando desde temprano, y son precisamente las
personas con baja estima quienes son más vulnerables a enfermarse.
Al mismo tiempo, es recomendable que los padres estén pendientes
del régimen alimenticio de sus hijos, pues una simple ’dietita’ puede
convertirse en un problema de desorden alimenticio.
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