Terminó la primera década del siglo XXI, que iniciamos con tantas ilusiones, y que en la realidad ha sido muy compleja. Se pueden hacer diversos balances (económico, político, militar, etc.), pero hay un indicador poco utilizado, que nos revela que el ser humano vive de esperanza religiosa, a pesar de los pesares. Se trata de las conversiones al catolicismo.
Sería muy largo enunciarlas todas. Veamos hoy sólo algunas muy significativas. Empecemos por mencionar de pasada, las conversiones en masa de casi medio millón de anglicanos a la Iglesia católica, entre ellos casi 50 obispos, en octubre de este 2009. En este contexto, fue muy notoria la conversión del ex Primer Ministro británico, Tony Blair, en diciembre de 2007.
Una conversión especialmente importante fue la del musulmán Magdi Allam, un egipcio de 55, en la Pascua de 2008. Se trata del sub-editor del conocido diario italiano “Corriere della Sera”. En su trayectoria, este periodista defendió en 2006 al Papa cuando pronunció discurso en Ratisbona (Alemania), que muchos musulmanes interpretaron como un ataque al Islam. Además, sus críticas a las bombas suicidas en Palestina en 2003, le valieron varias amenazas de muerte por lo cual el gobierno italiano le proporcionó protección policial.
Allam explicó que el factor más decisivo fue un encuentro con el Papa “a quien he admirado y defendido, como musulmán, por su brillantez al presentar el indisoluble lazo entre fe y razón como el cimiento de la religión verdadera”. Afirmó que cuando fue bautizado, “fue el día más hermoso de mi vida, cuando escogí el nombre más simple y más explícito. Desde ayer mi nombre es Magdi Christian Allam”.
Una conversión muy sonada fue la del actor y cantante mexicano Eduardo Verástegui, en 2003. Inició su carrera a los 17 años como vocalista. En poco tiempo grabó varias telenovelas, y empezó a cantar como solista. A los 28 años, la “Century Fox” lo contrató para filmar en Hollywood.
Verástegui cuenta que “después de doce años de carrera, de lograr todos esos sueños que pensé me iban a dar la felicidad, de haber llegado de un pueblo chiquito a Hollywood, de hacer una película en inglés, de tener doce managers, publicistas, agentes, abogados, todo tipo de personas trabajando para mí para lanzar el próximo ‘latin lover, Don Juan, casanova’; y de pronto ¡confundido porque no era feliz!” Al descubrir que con sus películas ofendía a Dios y hacía daño a la gente, decidió cambiar de vida. Ahora se dedica a producir películas que defienden la vida del nascituro.
Contemplar las conversiones al catolicismo de líderes religiosos, políticos, periodistas y artistas, nos lleva a reflexionar sobre el papel de la religión en la vida de cada persona. ¿Qué hay en el interior del ser humano, que lo mueve a una búsqueda tan intensa, que es capaz de dejar atrás un modo de vida, para abrazar otro nuevo y muy exigente?
Sin duda, siguen vivas las palabras de un converso del siglo V, Agustín de Hipona, que después de haber experimentado bastantes desórdenes morales y de haber probado varios sistemas de pensamiento pudo afirmar: “nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti” (Confesiones 1,1,1).
Estas conversiones son hechos que tienen un profundo significado. Aunque aumenten los avances de la ciencia y de la tecnología, el ser humano sólo encuentra una explicación sobre su propia existencia en la fe religiosa. Aunque la revolución sexual se ha impuesto, el corazón humano sólo se llena con el amor a Dios.