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Construyamos el Reino de los Cielos

Construyamos el Reino de los Cielos  

Semblanza General del Proyecto

Objetivo: Crear conciencia en el pueblo de Dios acerca de su responsabilidad para elegir a sus gobernantes de acuerdo a los valores cristianos.

Elegir responsablemente a un gobernante implica no únicamente tomar una decisión en base a la poca información que muchas veces tenemos del mismo, sino investigar acerca de los valores fundamentales que lo caracterizan, mismos que han de estar en concordancia con los valores del Reino de los cielos y así formarnos un criterio real y objetivo de su persona. Sólo de esta manera estaremos ejerciendo nuestro derecho al voto con responsabilidad.

Esta iniciativa constará de nueve folletos donde se tratarán los siguientes temas:

1. ¿Qué es el Reino de Dios?

2 . La libertad

3 . La autoridad y la obediencia

4 . La Honestidad

5 . La Justicia

6 . La Moral

7 . La Paz

8. Participación responsable, una obligación

9. La Oración por el proceso electoral

Cada uno de los folletos está dividido en diferentes secciones. Entre ellas estarán:

A. Situación Actual.

En esta sección daremos una semblanza de cómo está nuestro país en relación al valor tratado.

B. Aspecto Doctrinal.

Se hará una recopilación de citas bíblicas sobre el valor analizado para poder dar una visión clara de lo que Dios quiere en nuestras vidas en torno al tema específico.

C. Evaluación de los candidatos a la luz del Evangelio.

En esta sección se invita al lector a analizar a los candidatos actuales tomando en cuenta el valor específico que se esté tratando en la semana.

En ningún momento se hablará de algún candidato o partido político específico, es sólo una invitación a analizar responsablemente a los candidatos actuales a la luz del Evangelio.

Esta es una muestra para evaluar a los candidatos a la luz del Evangelio. Escribe en cada uno de los renglones el nombre del candidato que vayas a evaluar. En seguida, en la siguiente tabla, utilizando una escala del 1 al 5, evalúa a cada candidato de acuerdo a lo que tú has investigado sobre él referente al valor que estamos evaluando (donde el 5 es la más alta calificación y el 1 la más baja).

 

Candidato A   

Candidato B   

Candidato C   

Candidato D   

Candidato E   

 

    A B C D E

1 ¿La plataforma política del candidato afirma y promueve el valor mencionado?           

2 ¿El candidato ha vivido en su trayectoria política este valor?          

3 ¿El candidato promueve en su proyecto de gobierno este valor? ¿Cómo?          

4 ¿Se refleja este valor en la vida personal del candidato en su familia y en su entorno social?           

  Total          

 

Aspectos generales:

1. Frecuencia.

Esta publicación la haremos semanalmente durante nueve semanas consecutivas.

2. Orientación.

Esta publicación está orientada a los cristianos católicos y a todos los cristianos en general así como a los hombres de buena voluntad interesados en que el país en el que vivimos tenga cada día más las características del Reino de los cielos.

3. Distribución:

Si estás intensado en distribuir estos folletos puedes solicitarlos Escribiendo a:

crd@evangelizacion.org.mx

Nosotros te haremos llegar un archivo en formato PDF (para leerlos tendrás que descargar el Acrobat Reader - Gratuito) para que lo puedas reproducir y distribuir entre todos aquellos que consideres que les interesa que nuestras próximas elecciones se realicen bajo los criterios del Reino de los cielos.

Si se te pasó algún folleto, puedes solicitarlo también a la misma dirección.

Evangelización Activa

 

“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia divina y todo lo demás se les dará por añadidura”. Mt 6,33

Para vivir en una sociedad más justa, próspera y digna, es necesario que nuestros gobernantes vivan de acuerdo a los valores del Reino de Dios.

Construyamos el Reino de los Cielos.

Eligiendo un gobernante en función del Reino de los Cielos

Los Criterios de Dios

Desde que Dios nos eligió como su pueblo para construir su Reino, hemos tenido la necesidad de escoger de entre nosotros a personas que dirijan esta formación de acuerdo a las ordenanzas y las leyes establecidas por Dios. Ya desde tiempos de Moisés (Ex 18), fue necesario, para gobernar al pueblo y construir el Reino, la elección de jueces (lo que hoy en nuestro tiempo vendrían siendo los gobernadores). Para ello, Dios, por medio del suegro de Moisés le dijo a éste: “…escoge entre todo el pueblo (candidatos) varones de virtud, temerosos de Dios, hombres de verdad, que aborrezcan la avaricia y ponlos sobre el pueblo... Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo” (Ex 18,21-22). Y así Moisés escogió de entre todos (candidatos) hombres de virtud con el perfil que deben tener de acuerdo a las características dadas por Dios, y los puso sobre el pueblo; en seguida Dios, establece las normas bajo las cuales ha de vivir su pueblo y es así que en Ex 19 y 20 le da los mandamiento de la ley (que hoy conocemos como “los 10 Mandamientos de la Ley”) de manera que aquellos que han de gobernar al pueblo lo deberán hacer en total apego a la justicia y a la ley dada por Dios.

Dios rechaza al Rey

Más adelante, en 1Sam 8 vemos cómo el pueblo de Dios solicita la institución de un rey, pues querían ser como las demás naciones. Ante el clamor del pueblo Dios le revela su elección a Samuel (1Sam 9) y éste a su vez unge a Saúl como rey (1Sam 10). Desde entonces el Espíritu de Dios estaría con él. Sin embargo Saúl no guardó el mandamiento de Dios (1Sam 13,13) y pensó sólo en él; se olvidó de agradar a Dios y cumplir la ley de la cual él era el garante; quería tener el poder y el favor de la gente y que la gente lo honrara; se olvidó que había llegado al poder con el objetivo de servir y por todo ello fue rechazado por Dios (1Sam 15).

Un Rey conforme al Corazón de Dios

Dios entonces buscó un hombre conforme a su corazón y lo encontró en David (2Sam 5). David era un hombre como nosotros, con pasiones y deseos, pero amaba sobre todas estas cosas a su Dios; era un hombre que juzgaba según la justicia de Dios, guardaba sus preceptos, andaba en sus caminos, observando sus estatutos y mandamientos, porque amaba a Dios. Gracias a este rey que gobernó conforme a la palabra de Dios el pueblo fue grandemente bendecido.

Para elegir bien

Estos pasajes nos hacen ver lo importante que es estar atentos a la voz de Dios en el momento de elegir de entre los candidatos al hombre que va a estar al frente de su pueblo. Según vemos este hombre ha de tener, entre otras, las siguientes características;

Amar a Dios con todo su corazón y estar sujeto a su palabra y, sobre todo, a su ley;

Ha de buscar que esta ley que el ama, sea amada y respetada por el pueblo;

Ha de tener un corazón recto que hable con la verdad;

Su corazón ha de estar libre de avaricia y;

Ha de estar siempre dispuesto a servir en todo momento al pueblo que se le ha encomendado.

Teniendo en mente estos criterios que Dios ha tomado siempre al elegir a quien ha de gobernar a su pueblo, en una escala del 1 al 5 califica:

 

Candidato A   

Candidato B   

Candidato C   

Candidato D   

Candidato E   

 

    A B C D E

1 ¿Cuál de los candidatos en sus gestiones anteriores al frente de la administración pública ha vivido y promovido que se vivan los mandamientos de la ley de Dios?           

2 ¿El candidato promueve en su proyecto de gobierno este valor? ¿Cómo?          

3 ¿Cuál de ellos crees que podría ser un buen instrumento de Dios, que al igual que David, respete y ame la ley y busque realmente ser servidor y no ser servido?          

  Total          

 

“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia divina y todo lo demás se les dará por añadidura”. Mt 6,33

Para vivir en una sociedad más justa, próspera y digna, es necesario que nuestros gobernantes vivan de acuerdo a los valores del Reino de Dios.

Construyamos el Reino de los Cielos.

La libertad

Introducción

Siendo uno de los elementos más delicados de abordar por la complejidad que presenta, nos parece conveniente iniciar dando una breve definición de este término, para que desde ahí podamos lanzar nuestra reflexión.

Así pues la LIBERTAD designa la facultad del hombre que le permite decidir llevar a cabo una determinada obra o no llevarla a cabo. En otras palabras, lo que permite al hombre decidir si quiere hacer algo o no. Sin embargo teniendo en cuenta que esta acción realizada puede tener consecuencias negativas para la persona, la misma libertad lo hace responsable de sus actos. Una libertad vivida sin responsabilidad es libertinaje, que no es otra cosa que la actitud irrespetuosa de la ley, la ética o la moral de quien abusa de su propia libertad con menoscabo de la de los demás, es, en otras palabras, el desenfreno en el modo de obrar o de hablar. Esto nos lleva a que los valores contrarios a la verdadera libertad sean: esclavitud y opresión, y por otro lado el libertinaje.

Podemos ahora evaluar la verdadera libertad que tenemos si evaluamos el estado de esclavitud que vivimos y la responsabilidad con la que se vive esa libertad.

Desde la experiencia

Sin querer profundizar demasiado en el tema, sólo a guisa de ejemplo que nos permita evaluar, citamos el tema de la libertad de expresión. Dentro de este tema nos encontramos que en no pocos casos se hacen insultos públicos, usando medios de comunicación social, con el detrimento de la integridad de la persona. Por otra parte, hoy se permite cualquier tipo de publicación en cualquier medio (impresión o fonográfico), con temas ofensivos a la salud, a la moral, en general a la vida cristiana. Podemos ver en las calles todo tipo de publicidad, con mujeres y hombres desnudos incluso en posiciones lascivas y provocativas. Actualmente las canciones no tienen ningún tipo de censura permitiéndose todo tipo de palabras y expresiones aun cuando éstas vayan en contra de los principio éticos, morales y religiosos de nuestra sociedad. ¿Será ésta realmente una sociedad en la que la libertad ayuda a construir una mejor sociedad, o es una libertad que provoca el odio de unos contra otros, la vida promiscua, la violencia, la inmoralidad sexual y la desintegración familiar? ¿Será realmente libertad o libertinaje?

Ahora bien, ¿podríamos decir que vivimos en libertad cuando constatamos el incremento en las adicciones (esclavitud) al alcohol, a la droga, al tabaco? ¿Y qué podríamos decir de las demás adicciones comos son la televisión, los video juegos, etc.? En una sociedad en donde no hay restricciones de ningún tipo, ¿se podría decir que esta sociedad vive la libertad? En una sociedad en la que no se puede ya salir en las noches pues se corre el grave peligro de ser asaltado, violado o incluso asesinado, ¿podríamos decir que es una sociedad donde la libertad es un valor fundamental?

Desde la Sagrada Escritura

Jesús, hablando de la libertad dice: “Si ustedes guardan mi palabra serán verdaderamente mis discípulos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres” (Jn 8,31-32). San Pablo por su parte nos advierte que “no usemos de la libertad como pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros” (Gal 5,13). Analizando estas dos citas, encontramos que vivir y ejercer la libertad implica por un lado el guardar la palabra de Cristo (es decir sus mandamientos), de manera que quien no vive de acuerdo a la palabra de Cristo es en realidad un esclavo de su pecado, de sus vicios, de sus deseos, lo cual será siempre causa de ruina, para todos, especialmente para los que viven con él. Por otro lado, de la cita de san Pablo a los Gálatas, el término “mundo” se refiere a todos los placeres y pasiones desordenadas, al afán de poder y de tener, de donde se infiere que no podemos usar de nuestra libertad de manera irresponsable y egoísta, ya que ésta está al servicio del amor, de la verdad, y sobre todo, al servicio del bien de los demás.

Finalmente Jesús dijo: “Nadie me quita la vida, yo la doy libremente, pues tengo poder para darla y poder para volverla a tomar” (Jn 10,18). Con ello testifica que la libertad está orientada al bien de los demás y que lo que hace no lo hace para quedar bien con nadie sino para la salvación de aquellos a quienes ama (Jn 3,16).

Elegir desde los valores del Reino

Tomando como base estos criterios, podemos decir que un gobernante que vive y promueve el valor de la libertad como la entendemos nosotros los cristianos católicos debe:

Respetar la Palabra de Dios y no usar la libertad para promover el pecado, ni en su vida ni en la de los que han de estar bajo su gobierno, ya que haciendo eso convertiría a sus gobernados en sus esclavos o en esclavos de las bajas pasiones que se mueven en el hombre.

Él mismo no ha de ser un esclavo de vicios ni de esclavitudes (el dinero, el placer, el poder), pues no sería congruente con lo que él mismo proclama. No podemos pensar que una persona que no es libre pueda liberar a las demás.

Debe ser una persona ordenada, que somete sus pasiones desordenadas y que sabe que la libertad tiene un límite, ya que de lo contrario lo que promueve es el libertinaje y con ello el deterioro de las personas y de la misma sociedad.

Tendiendo en mente estos criterios, en una escala del 1 al 5 califica:

 

Candidato A   

Candidato B   

Candidato C   

Candidato D   

Candidato E   

 

    A B C D E

1 ¿La plataforma política del candidato afirma y promueve el valor de la libertad?           

2 ¿El candidato ha vivido en su trayectoria política este valor?          

3 ¿El candidato promueve en su proyecto de gobierno este valor? ¿Cómo?          

4 ¿Se refleja este valor en la vida personal del candidato en su familia y en su entorno social?           

  Total          

 

“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia divina y todo lo demás se les dará por añadidura”. Mt 6,33

Para vivir en una sociedad más justa, próspera y digna, es necesario que nuestros gobernantes vivan de acuerdo a los valores del Reino de Dios.

Construyamos el Reino de los Cielos.

La Autoridad

Introducción

¿Te has imaginado cómo sería un país donde no hubiera leyes ni autoridades? Imperaría la ley del más fuerte, del más atrevido, del más rico o del más violento. Habría un completo desorden, una total anarquía. Se pisotearían diariamente los derechos de los más débiles y la injusticia estaría al orden del día. Nadie querría vivir en un lugar así... sería un infierno.

Desde la experiencia

Sólo para darnos una idea, pensemos en el aspecto del tráfico. Pensemos cómo sería éste si no hubiera leyes para conducir que nos indicaran en qué sentido ha de ir el tránsito; dónde se puede dar vuelta y dónde no, etc. Vemos pues que las leyes son necesarias pero es también necesario tener alguien que vea por el respeto de estas leyes y que instrumente lo necesario para que el tránsito pueda fluir correctamente en beneficio de todos.

Vemos entonces que las leyes y la autoridad, que es quien las hace cumplir, no sólo son importantes, sino fundamentales en la sociedad moderna. De este modo, la autoridad es la encargada de ver que se respete la ley, ya que ésta es la que garantiza el bienestar de todos los ciudadanos.

Nuestra sociedad otorga, mediante un proceso de elección, el poder supremo de autoridad a una persona para que vele por el bien de la sociedad, para que cumpla y haga cumplir la ley. Sin embargo, dada la débil naturaleza humana, el gran problema que enfrenta la sociedad es la corrupción. Es pues de vital importancia, para el bien de la comunidad, que quien ejerza la autoridad, él mismo la respete y obedezca.

Los países más civilizados y avanzados se distinguen de los más atrasados, (entre otras cosas), porque tienen un sistema de autoridad que garantiza que sus leyes serán respetadas por TODOS, especialmente por la AUTORIDAD MISMA. Ésto exige que el poder no sea usado para el beneficio personal sino para el bien común. Podemos decir que el ideal de un país es contar con autoridades íntegras en donde la corrupción no existe, por lo que el ejercicio del poder está sólo en función de sus gobernados. En la medida que la corrupción aumenta, exactamente en esa misma proporción avanza la injusticia y por consiguiente la pobreza y la pérdida de la paz.

Desde las Sagradas Escrituras

Ya desde el Antiguo Testamento, el Señor exhorta a los gobernantes a ejercer su autoridad para el bien de su Pueblo: “Gobernantes, juzguen al pueblo con justicia. No violen el derecho; no hagan distinción de personas, no tomen soborno, porque el soborno cierra los ojos de los sabios, y corrompe las palabras de los justos” (Dt 16,18).

Es tan importante este aspecto que el mismo Jesús enseñó a sus apóstoles que: “El que quiera ser importante entre ustedes, sea su servidor. De la misma manera que el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate de todos” (Mt 20,26-28). Con ésto nos afirma que quien quiera estar al frente de todos debe tener el don del servicio y ejercer el poder a favor de los demás. Quien ha de gobernar debe pensar en sus gobernados aun cuando esto le cuesta la misma vida… de lo cual Jesús mismo nos dio ejemplo.

Por otro lado, el ejemplo clásico de la corrupción lo tenemos en Poncio Pilato, quien teniendo la autoridad para hacer la justicia, se dejó intimidar por los Fariseos y por el mismo pueblo, y entregó a la muerte a un inocente (Jn 19,6-16)

La primera comunidad entendió claramente este principio, por ello san Pablo, escribiendo a la comunidad que vive en el centro del Imperio les dice: “La autoridad es un instrumento de Dios para hacer el bien. Para impartir justicia y castigar al que hace el mal” (Rm 13,3-5).

Los diáconos en la primera comunidad eran los encargados del servicio, por ello san Pablo le propone a la comunidad, como criterios para elegir a los servidores lo siguiente: “Deben ser dignos, de una sola palabra, no dados al mucho vino, ni amantes de ganancias deshonestas, sino guardando el misterio de la fe con limpia conciencia. Que también éstos sean sometidos a prueba primero, y si son irreprensibles, que entonces sirvan como diáconos.” Sin son IRREPRENSIBLES entonces podrán ser buenos servidores.

Para Jesús hubiera sido fácil evitar el final violento que sufrió. Hubiera bastado con seguirles la corriente a los Fariseos… con estar de acuerdo en que la Ley se cumpliera “sólo a medias” o sólo en beneficio de algunos (generalmente de los más poderosos). Seguramente que no hubiera muerto violentamente si se hubiera coludido con el poder y se hubiera corrompido en su misión de servicio.

Elegir desde los valores del Reino

Entonces, para elegir desde la perspectiva del Reino, podemos decir que quien ha de gobernar deberá contar con los siguientes aspectos básicos:

Ha de ser una persona que oriente toda su vida al servicio, siempre pensando en el bien común.

Ha de estar comprometida totalmente con los valores de justicia y equidad, para que aplique la autoridad para el bien de todos.

Que no se sirva del poder para sus propios beneficios, sino del pueblo que se le ha encomendado.

Ha de ser una persona honesta, capaz de perder hasta la propia vida, como Jesús, antes que corromperse.

En estos días en que elegiremos a nuestros futuros gobernantes debemos reflexionar muy bien sobre la trascendencia del principio de autoridad y definir quién de los candidatos está en condiciones intelectuales y de voluntad política para crear una cultura de la promoción y dignificación del principio de autoridad.

Teniendo en mente estos criterios que Dios ha tomado siempre al elegir a quien ha de gobernar a su pueblo, en una escala del 1 al 5 califica:

 

Candidato A   

Candidato B   

Candidato C   

Candidato D   

Candidato E   

 

    A B C D E

1 ¿La plataforma política del candidato afirma y promueve el valor de la autoridad?           

2 ¿El candidato ha vivido en su trayectoria política este valor?          

3 ¿El candidato promueve en su proyecto de gobierno este valor? ¿Cómo?          

4 ¿Se refleja este valor en la vida personal del candidato en su familia y en su entorno social?           

  Total          

 

“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia divina y todo lo demás se les dará por añadidura”. Mt 6,33

Para vivir en una sociedad más justa, próspera y digna, es necesario que nuestros gobernantes vivan de acuerdo a los valores del Reino de Dios.

Construyamos el Reino de los Cielos.

La Honestidad

Introducción

Iniciemos nuestra reflexión diciendo que la Honestidad es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y la conducta que se observa hacia el prójimo, que junto a la justicia, exige en dar a cada quien lo que le es debido. Es por ello que la honestidad encuentra en la verdad su máxima expresión, de manera que si faltamos a la verdad aunque sea en parte, estamos siendo deshonestos.

La honestidad es el valor indispensable para que las relaciones humanas se desenvuelvan en un ambiente de confianza y armonía, pues garantiza respaldo, seguridad y credibilidad en las personas. Es la cualidad que queremos encontrar en las personas, pues la honestidad hace todo más claro y más sencillo.

Desde la experiencia

Para ser honestos hace falta ser sinceros en todo lo que decimos; fieles a las promesas hechas en el matrimonio, en la empresa o negocio en el que trabajamos y con las personas que participan de la misma labor; actuando justamente en el comercio y en las opiniones que damos respecto a los demás. Todos esperan de nosotros un comportamiento serio, correcto, justo, desinteresado, con espíritu de servicio, pues saben que siempre damos un poco más de lo esperado.

La falta de honestidad en el ambiente político y gubernamental lleva a problemas serios como son: la corrupción, al desvío de dinero del gasto público que deriva en el enriquecimiento y el robo. Todo esto desemboca en el aumento de la pobreza, a utilizar el poder y las influencias para beneficio propio, etc.. Es por ello que nuestros gobernantes tienen que tener como nota FUNDAMENTAL la honradez.

Desde la Palabra de Dios

La Sagrada Escritura nos dice que el hombre honesto es aquel que ama, vive y cree en la verdad, que es congruente entre lo que habla y su manera de vivir (Sal 51,6) En otro pasaje nos dice: “Procuren hacer las cosas honradamente, no solo delante del Señor sino también delante de los hombres” 2Cor 8,21.

Si hay algo que Dios no tolera es precisamente la mentira y la deshonestidad por todas las consecuencias sociales que se derivan de ésta, por eso nos dice: “El Señor aborrece los labios mentirosos, pero se complace en el hombre sincero” (Prov 12,22) y: "Abominación son al Señor las pesas falsas, y la balanza falsa no es buena". (Prov 20,23).

Ya en el Nuevo Testamento encontramos que el mismo Jesús nos dice cómo la verdad es la verdadera fuente de la libertad (Jn 8,32). Más adelante San Pablo nos insta a desechar la mentira y a hablar “la verdad en amor” (Ef 4,15-25).

Por su parte el apóstol Pedro no sólo señala que debemos seguir las pisadas de Jesús, sino que específicamente destaca que “Él no cometió pecado ni se halló engaño en su boca” (1Pe 2,22).

Elegir desde los Valores del Reino

Teniendo en cuenta todo ésto, podemos decir que un gobernante que vive y promueve la honradez como la entendemos nosotros los cristianos católicos debe:

Hacer las cosas honradamente, no solo delante del Señor sino también delante de los hombres.

Hablar con la verdad, es decir, no mentir para obtener un bienestar personal y no prometer cosas que sabe de antemano no podrá cumplir.

Ser una persona que esté a favor de la transparencia y en contra de la corrupción.

Que elija a su equipo de trabajo tomando en cuenta no sólo la capacidad, sino la honestidad.

Ser una persona sin nada que ocultar en su pasado y que por lo tanto esté siempre dispuesta a una auditoría de toda su vida .

Que esté dispuesto a defender hasta con la vida.

En estos tiempos de elecciones, reflexionemos un poco sobre la vida y trayectoria política de los actuales candidatos, tomando como base el valor de la honestidad.

Tendiendo en mente estos criterios, en una escala del 1 al 5 califica:

 

Candidato A   

Candidato B   

Candidato C   

Candidato D   

Candidato E   

 

    A B C D E

1 ¿La plataforma política del candidato afirma y promueve el valor de la honestidad?           

2 ¿El candidato ha vivido en su trayectoria política este valor?          

3 ¿El candidato promueve en su proyecto de gobierno este valor? ¿Cómo?          

4 ¿Se refleja este valor en la vida personal del candidato en su familia y en su entorno social?           

  Total          

 

“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia divina y todo lo demás se les dará por añadidura”. Mt 6,33

Para vivir en una sociedad más justa, próspera y digna, es necesario que nuestros gobernantes vivan de acuerdo a los valores del Reino de Dios.

Construyamos el Reino de los Cielos.

La Justicia

Introducción

La Justicia, se puede definir como: El arte de hacer lo justo, y de "dar a cada uno lo suyo". La justicia es la virtud de cumplir y respetar el derecho, es el exigir sus derechos, es otorgar los derechos a un individuo. La Justicia no es, por tanto, el dar o repartir cosas a la humanidad, sino el saber decidir a quien le pertenece esa cosa por derecho. Es la voluntad constante de dar a cada uno lo que es suyo. Es aquel sentimiento de rectitud que gobierna la conducta y hace acatar debidamente todos los derechos de los demás.

Por otro lado, la injusticia es la existencia de actos indebidos en las conductas de los individuos (ciudadanos, empresarios, gobernantes, etc.) o de grupos sociales intermedios que lesionan el recto orden social querido por Dios, creando y manteniendo estructuras que oprimen a la sociedad, fomentando el mal social.

Desde la experiencia

Pensemos, con base a lo anterior ¿será justo un gobernante que permite que sea asesinado un niño en el vientre de su madre, privándole del derecho a la vida? ¿O que se le prive de la libertad, se le insulte o persiga a una persona solo por que no comulga con sus ideas, privándole de su derecho de pensar o de disentir? ¿Será justo un gobernante que permite que un individuo o un grupo de individuos se apoderen de lo que no es suyo (terreno, casa, automóvil, etc.) simplemente porque son pobres?

Debemos recordar que la justicia debe ser aplicada a todos, sin distinción de la edad de la persona, de puestos, clases sociales, compadrazgos, etc. Una justicia parcial siempre será una grave injusticia.

Desde la Palabra de Dios

Es tan importante la Justicia dentro de la sociedad que la Sagrada Escritura está llena de textos que nos hablan de cómo Dios instruyó continuamente al Pueblo sobre la justicia y el rechazo que hace de toda práctica, conducta o acción injusta. Así por ejemplo en el libro de Isaías dice: “Lávense, límpiense, quiten la maldad de sus obras de delante de mis ojos; cesen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien, busquen la justicia, reprendan al opresor, defiendan al huérfano, aboguen por la viuda.” (Is 1,16-17). Más adelante dice: "Será la justicia el cinto de sus lomos, y la fidelidad el ceñidor de su cintura". (Is 11,5).. Quien es justo, se identifica con Dios y por ello es agradable a Él: "El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir soborno, el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos para no ver cosa mala" (Is 33,15). Dios rechaza la injusticia y al injusto como nos lo deja ver con claridad todo el libro de Amos, que entre otras cosas nos presenta una exhortación a vivir y obrar con justicia... cosa que el pueblo no hizo y por ello finalmente llegó su destrucción (ver Am 2,6-8).

 

Ya en el Nuevo Testamento, Jesús, hablando de la Justicia decía: “Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” (Lc 20,25). En otro pasaje nos exhorta a buscar primero el Reino de Dios y su justicia divina (Mt 6,33); llama felices a los que buscan la justicia (Mt 5,6) y recrimina duramente a los que no ejercen la ley en plenitud "...no cumplen la Ley en lo que realmente tiene peso: la justicia, la misericordia y la fe" (Mt 23, 23). Afirma que la búsqueda de lo justo tiene que ser de fondo; que la justicia no es simplemente un asunto de forma: “Porque les digo que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los cielos” (Mt 5,20). San Pablo, sanciona severamente a los colosenses diciéndoles: “El que obre la injusticia recibirá conforme a esa injusticia” (Col 3,25).

 

De todo ésto se desprende que un gobernante que vive y promueve este valor como lo entendemos nosotros los cristianos católicos debe:

Ver que las leyes se cumplan cabalmente sin hacer distinción entre personas, pobres o ricos, analfabetas o letrados, chicos o grandes: todos deben de ser respetados por igual.

Buscar el verdadero bien común del pueblo sin privilegiar a quienes pueden después retribuir de alguna manera la dádiva.

Tener sabiduría para saber dar a cada quien lo suyo.

Tener temor de Dios, sabiendo que la injusticia es un pecado que lesiona gravemente la vida de todos los ciudadanos y con ello se falta radicalmente a la caridad, que nos identifica como seguidores de Cristo.

Debe respetar y hacer respetar los derechos de todos y cada uno de los ciudadanos, aunque en ello le vaya la propia vida.

Teniendo en mente estos criterios, en una escala del 1 al 5 califica:

 

Candidato A   

Candidato B   

Candidato C   

Candidato D   

Candidato E   

 

    A B C D E

1 ¿La plataforma política del candidato afirma y promueve el valor de la justicia?           

2 ¿El candidato ha vivido en su trayectoria política este valor?          

3 ¿El candidato promueve en su proyecto de gobierno este valor? ¿Cómo?          

4 ¿Se refleja este valor en la vida personal del candidato en su familia y en su entorno social?           

  Total          

 

“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia divina y todo lo demás se les dará por añadidura”. Mt 6,33

Para vivir en una sociedad más justa, próspera y digna, es necesario que nuestros gobernantes vivan de acuerdo a los valores del Reino de Dios.

Construyamos el Reino de los Cielos.

La Moral

Introducción

¿Qué es la moral? Empecemos diciendo que la MORAL se refiere al conjunto de costumbres, creencias, valores y normas de un individuo o grupo social determinado que sirven de guía para el obrar; para saber distinguir acerca de lo bueno o malo —o bien, correcto o incorrecto— de una acción. Tiene que haber un solo punto de referencia a la moralidad, pues de lo contrario se cae en la MORAL DE SITUACIÓN que es tremendamente nociva para cualquier sociedad. Es decir, el punto de moralidad en todas las culturas siempre será dado por Dios.

En segundo lugar debemos decir que no todo lo legal es moral. La legalidad tiene que ver con nuestras leyes. Hay que recordar que para el común de la sociedad basta que la mayoría esté de acuerdo en algo para que se acepte y posteriormente hasta se puede hacer ley. Sin embargo, no necesariamente es moral, es decir, agradable a Dios. Debemos recordar que lo bueno siempre será bueno, aunque nadie lo haga y que lo malo será siempre malo aunque todos lo hagan. Esto nos deja ver la importancia de la moral con relación a la legislación, la cual, como ya vimos en nuestra primera reflexión, debe estar en consonancia con el proyecto divino.

Desde la experiencia

Nos quedamos cada vez más sorprendidos por la naturalidad con la que lo malo pasa a ser común (“bueno”), sólo porque es lo que la mayoría hace. Cada vez la presión del medio es mayor para entrarle a la “transa”, a la “mordida” y en general a la corrupción. Nos enfrentamos a un grave problema como sociedad, pues vivimos en una cultura acostumbrada a la corrupción.

Es esta cultura equivocada la que nos ha llevado a caer en graves injusticias de las cuales muchas veces somos víctimas nosotros mismos. La terrible inseguridad que se vive en algunas ciudades de nuestro país es una muy triste consecuencia de la corrupción por la falta de moral (rectamente entendida) de muchos de los funcionarios públicos.

Algunos de los temas que hoy laceran nuestra sociedad y la destruyen se refieren a la pornografía, las adicciones, la libertad sexual, el aborto, el narcotráfico, la homosexualidad… etc. Temas todos que se han salido de control por mantener una pseudo-moral que nada tiene que ver con lo que el mundo ha reflexionado por siglos.

Tenemos, por ejemplo, telenovelas con unos guiones alarmantes en horarios accesibles a todo público. La publicidad no tiene restricciones, y vemos anuncios en las calles o en nuestros televisores con contenidos puramente pornográficos. La promoción para el uso del condón o incluso hasta el aborto (como medio de “planificación familiar”) por medio de nuestros propios gobernantes, a través de las instituciones públicas, es algo que no tiene precedente.

Las pocas leyes que se han querido implementar en este sentido no son respetadas: El horario de la venta de alcohol, que en teoría debería de estar limitada, en la realidad no lo está.

Más grave es cuando se rechaza la moral objetiva y se afirma que todo está permitido mientras no se dañe física o materialmente a los demás. Esto implica el olvido de Dios y de sus leyes, la afición desordenada al placer, la pérdida de la conciencia del pecado, la ausencia del pudor y el insensible acostumbramiento a una vida sin normas morales que lleva con el tiempo a un envilecimiento de la condición humana. Para prevenir los males de la inmoralidad pública es urgente una obra educativa y cultural que comprenda y se inspire en los valores cristianos.

Desde la Palabra de Dios

Cuando hablamos de moral y ética cristiana, estamos pensando en la conducta que debe observar el cristiano en todo momento y en toda circunstancia. El apóstol Pedro escribe: "Como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían estando cuando Vivian en la Ignorancia; sino, como aquel que los llamó es santo, sean también ustedes santos en toda su manera de vivir; porque está escrito: Sean santos, porque yo soy santo" (1 Pe 1,14-16).

Sin embargo podemos ver que hoy en día mucho de lo que se vive es lo contrario. Vivimos una sociedad como la describe San Pablo en sus cartas a los Romanos y en la Primera carta a Timoteo: " Estando llenos de toda injusticia, maldad, avaricia y malicia; colmados de envidia homicidios, pleitos, engaños y malignidad; son chismosos, detractores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de lo malo, desobedientes a los padres, sin entendimiento, indignos de confianza, sin amor, despiadados; los cuales, aunque conocen el decreto de Dios que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también dan su aprobación a los que las practican" (Rom 1,29-32).

Nosotros sabemos que el evangelio es la única alternativa que el mundo tiene para regresar a los valores morales que la pueden hacer crecer y desarrollarse porque es "poder de Dios para salvación" (Rom 1,16). Para ello necesitamos que los líderes, en todos los ámbitos, sean modelos que los miembros puedan seguir. Como el apóstol Pablo, quien ha de dirigir a la sociedad debe estar en condiciones de decir: "Sean imitadores míos, así como yo lo soy de Cristo." (1Co 11,1; véase 4,16; Fil 3,17).

La Palabra de Dios nos muestra cómo debemos vivir: “Bienaventurado el hombre que no anda en consejo de malos, ni se detiene en camino de los pecadores, ni en silla de escarnecedores se sienta; Sino que en la ley de Dios está su delicia, y en su ley medita de día y de noche” (Sal 1,1-2).

Tenemos que asumir una actitud de expectativa entre los candidatos, principalmente entre quienes aspiran a la presidencia de la república, conocer e investigar con certeza si garantizarán una atmósfera de moralidad pública.

Eligiendo desde la perspectiva del Reino

Algunas realidades concretas que nos pueden ayudar a orientar nuestro criterio en torno a este tema de la moralidad pública son:

¿Quién de ellos está a favor del asesinato de un bebé que aún no ha nacido?

¿Qué propuestas tienen a favor de la moralidad pública (espectaculares, control de programación de radio y televisión, censura de temas no propios para la difusión pública y que dañan a los más pequeños e indefensos)?

¿Qué tipo de acciones tienen planeadas para acabar con la corrupción, el uso de las drogas y del consumo excesivo del alcohol?

¿Verificar si están a favor o en contra de la legalización de la prostitución y del consumo de drogas?

¿Cuál es su postura ante los homosexuales y lesbianas?

Todos éstos, como ves son temas que afectan el orden moral y que si se continúan desarrollando en nuestro medio será realmente difícil que se establezca el Reino de Dios.

De manera que un gobernante que vive y promueve la Moral como la entendemos nosotros los cristianos católicos debe:

Ser un líder modelo, imitador de Cristo.

Estar libre de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades.

Luchar por establecer éste valor dentro de la sociedad, creando leyes que impidan que se propague la inmoralidad en la sociedad.

Estar a favor de la vida y de las costumbres de acuerdo al plan de Dios.

Tendiendo en mente estos criterios, en una escala del 1 al 5 califica:

 

Candidato A   

Candidato B   

Candidato C   

Candidato D   

Candidato E   

 

    A B C D E

1 ¿La plataforma política del candidato afirma y promueve el valor de la moral?           

2 ¿El candidato ha vivido en su trayectoria política este valor?          

3 ¿El candidato promueve en su proyecto de gobierno este valor? ¿Cómo?          

4 ¿Se refleja este valor en la vida personal del candidato en su familia y en su entorno social?           

  Total          

 

“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia divina y todo lo demás se les dará por añadidura”. Mt 6,33

Para vivir en una sociedad más justa, próspera y digna, es necesario que nuestros gobernantes vivan de acuerdo a los valores del Reino de Dios.

Construyamos el Reino de los Cielos.

La Paz

Introducción

La paz es un derecho de cada hombre que resume todos los derechos humanos, comenzando por el derecho a la vida misma.

La paz hay que entenderla en el orden público como la tranquilidad, como un valor incalculable en la convivencia, necesario para que los ciudadanos podamos vivir y progresar con dignidad.

Sin embargo, hay que apuntar que la paz sólo es posible en la verdad y que además debe construirse sobre la justicia y ha de estar motivada por el amor para que pueda desarrollarse en la libertad. Para ello es necesario voluntad, fortaleza y templaza. Nuestros pueblos requieren de una paz auténtica, de condiciones reales que propicien certidumbre y serenidad en las personas.

Desde la experiencia

En nuestros días la paz es vulnerable y opacada por la violencia verbal y física. Tal parece que el dialogo, la tolerancia, el consenso, la caridad han perdido capacidad y han sido relevados por las armas, la agresión, la intolerancia y el egoísmo. Nuestra gente ahora vive en la inseguridad e injusticia, elementos que ponen en riesgo la vida y la convivencia humana. Los cristianos sabemos que esta tensión social y política es originada por el desorden moral de las personas.

La paz es una meta difícil, pero posible, que los cristianos estamos llamados a lograr y a promover, por ello en la vida pública, la paz es un deber por el que todo gobernante debe velar, tanto al interior de su pueblo, como con los países con los que tiene cualquier tipo de relación.

Desde la palabra de Dios

Es muy interesante que la Escritura Asocia a la paz la obediencia de la palabra... Es como la consecuencia de ésta por eso el libro de Proverbios nos dice: “El que me escuche, habitará tranquilamente y vivirá en paz” (Prov 1,33). Por su parte el libro de los Salmos nos dice: “Mucha paz tienen los que aman tu ley y no hay para ellos tropiezo” (Sal 119,165) pues “Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz” (Prov 3,17)

Ya en el NT, Jesús nos habla de la paz, y llama felices a los que trabajan por ella “Dichosos los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos”. (Mt 5,9). Pero no solo esto sino que nos hace heraldos para llevarla por doquier (Mc 10,12-13) pues sin paz la vida se desintegra en la angustia y la desesperación.

Una cosa que llama la atención es que la paz de la que Jesús habla no es sólo una paz exterior, sino y principalmente, interior pues sólo desde un corazón pacífico se puede establecer la paz exterior y por ello les dijo a sus discípulos: “La paz les dejo, mi paz les doy, pero no se las doy como la dan los que son del mundo. No se angustien ni tengan miedo”. (Jn 14,27)

Esto nos lleva a dos conclusiones sumamente importantes. La primera es que la paz la tiene solo el que permanece en él, que es decir el que hace la voluntad de Dios siguiendo la Sagrada Escritura y que ésta paz permanece en la persona cuando guarda su palabra y sus mandamientos (Jn 15,7.10). Por otro lado nos deja ver que una persona que refleja la paz, será normalmente un constructor de la paz... sin embargo será constructora solo si esta paz viene de Dios y por ello la paz no esta solo en su exterior, sino y principalmente en su corazón, pues la verdadera paz, la que nos hace constructores del Reino es el contacto con la fuente misma de esta paz, que no es otra que Dios mismo.

Por lo tanto, un gobernante que vive y promueve este valor como la entendemos nosotros los cristianos católicos y que garantiza la convivencia y el progreso del pueblo debe:

Reflejar la paz en su propia vida personal, misma que ha de ser producto de su relación con Dios. Si no tiene relación con Dios, la paz que ofrece es temporal y generalmente EGOÍSTA y a la larga producirá solo violencia y desasosiego.

Como resultado de su intimidad con Dios, debe tener la capacidad para conciliar diferentes puntos de vista, pero siempre conservando al centro la verdad (que sollo encontrará en Dios).

Ha de saber defender sus puntos de vista de una forma pacífica y nunca responder a las provocaciones egoístas y sin fundamento.

Teniendo en mente estos criterios, en una escala del 1 al 5 califica:

 

Candidato A   

Candidato B   

Candidato C   

Candidato D   

Candidato E   

 

    A B C D E

1 ¿La plataforma política del candidato afirma y promueve el valor de la paz?           

2 ¿El candidato ha vivido en su trayectoria política este valor?          

3 ¿El candidato promueve en su proyecto de gobierno este valor? ¿Cómo?          

4 ¿Se refleja este valor en la vida personal del candidato en su familia y en su entorno social?           

  Total          

 

“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia divina y todo lo demás se les dará por añadidura”. Mt 6,33

Para vivir en una sociedad más justa, próspera y digna, es necesario que nuestros gobernantes vivan de acuerdo a los valores del Reino de Dios.

Construyamos el Reino de los Cielos.

¡PARTICIPA!

Y hazlo con conciencia

Durante estas últimas semanas hemos venido reflexionando juntos sobre los principales valores que deben de vivir nuestros gobernantes. Pero ¿de qué serviría haber reflexionado si esta reflexión no nos llevase a acciones concretas?

Es triste constatar que en la sociedad en general, incluso entre los que nos decimos Cristianos Católicos, existe una gran apatía en la vida política. Ciertamente hemos progresado mucho si consideramos otros tiempos de nuestra historia, pero no es suficiente. Es necesario que todos nos hagamos responsables de la dirección de nuestro País. NO ir a votar implica dejar en las manos de CUALQUIER persona los destinos de nuestra nación; es permitir que personas que no tienen los valores necesarios para gobernar y construir en nuestra nación el Reino de los cielos, se instalen en el poder en perjuicio nuestro, pero especialmente de los más necesitados (y nos referimos en particular a las personas menos cultas y más desprotegidas de la nación que muchas veces votan solo basados en los medios propagandísticos y mediáticos que generalmente están vacíos de contenido).

NUESTRO PAÍS NECESITA DE NUESTRA PARTICIPACIÓN

Necesitamos gobernantes justos, honrados, que crean y luchen por una verdadera libertad, que tengan claro los principios de autoridad y obediencia a la luz del Señor. Es por ello, como nos lo dice el Catecismo de la Iglesia, recordar que nuestra participación responsable no es solo un deber, sino y ante todo una obligación delante de Dios. (Cf. CIC 1913)

Nuestra nación ha pasado por momentos muy difíciles en nuestra historia. Muchos de ellos se hubieran evitado, o al menos vivido de manera diferente, si todo el pueblo hubiera hecho un análisis correcto en la elección de quienes en ese momento nos gobernaron. Es cierto que en otros tiempos no teníamos la madurez y la libertad que hoy tenemos. Pero hoy, gracias a Dios, tenemos el Internet y otros medios a nuestro alcance que nos dan la posibilidad de acceder a muchísima información sobre los candidatos que están contendiendo. La historia, y sobre todo Dios, nos va a reclamar el no habernos preparado CONSCIENTEMENTE para hacer una elección en la cual se elija al candidato que tenga la posibilidad de establecer un gobierno que permita que el Reino de los Cielos y sus valores puedan florecer.

Cada vez que el pueblo de Dios ha perdido la MEMORIA HISTÓRICA, los resultados han sido fatales para todos: Pobreza, esclavitud, injusticia, etc. La misma historia de Israel es la prueba patenten de ésto como lo podemos ver en Jer 35,13-17). Debemos recordar que no somos un pueblo como cualquiera; somos el Pueblo de Dios y estamos llamados a ser luz y sal de la tierra (Mt 5,13-14), por ello nuestro papel en la construcción de la historia es fundamental. No permitamos, que por nuestra pereza o negligencia, errores del pasado, malos gobiernos y gobernantes, vuelvan a llevar a la opresión a nuestra querida nación.

Te invitamos pues, a que en estos últimos días antes de las elecciones REFLEXIONES SERIAMENTE sobre el futuro y revises de nuevo las propuestas, pero sobre todo la vida de los candidatos y en base a ello, tomes la decisión de votar por quien tú encuentres que verdaderamente es capaz de ayudar a que se establezca el Reino de los cielos entre nosotros.

A continuación te recordamos algunos de los más importantes elementos a considerar para tu elección:

Quien nos ha de gobernar:

a.. Ha de ser una persona que respete la Palabra de Dios y que no use la libertad para promover el pecado, ni en su vida ni en la de los que han de estar bajo su gobierno, ya que haciendo eso convertiría a sus gobernados en sus esclavos o en esclavos de las bajas pasiones que se mueven en el hombre.

b.. Ha de ser una persona que oriente toda su vida al servicio, siempre pensando en el bien común y comprometida totalmente con los valores de justicia y equidad, para que aplique la autoridad para el bien de todos. Sobre todo que no se sirva del poder para sus propios beneficios, sino del pueblo que se le ha encomendado.

c.. Ha de ser una persona honesta, capaz de perder hasta la propia vida, como Jesús, antes que corromperse. Por lo que debe hacer las cosas honradamente, no solo delante del Señor sino también delante de los hombres.

d.. Ha de hablar con la verdad, es decir, no mentir para obtener un bienestar personal y no prometer cosas que sabe de antemano no podrá cumplir.

e.. Debe ser una persona que en sus mandatos anteriores ha elegido a su equipo de trabajo tomando en cuenta no sólo la capacidad, sino la honestidad. Que ha dado cuentas claras y que no se le ha vinculado con robos, extorsiones, y otros delitos del fuero común y que no tenga nada que ocultar en su pasado.

f.. Ha de tener la capacidad y la autoridad moral para hacer que las leyes se cumplan cabalmente sin hacer distinción entre personas, pobres o ricos, analfabetas o letrados, chicos o grandes.

g.. Ha de tener un gran temor de Dios, sabiendo que la injusticia es un pecado que lesiona gravemente la vida de todos los ciudadanos y con ello se falta radicalmente a la caridad, que nos identifica como seguidores de Cristo.

h.. Ha de buscar ser un imitador de Cristo, por lo que ha de estar libre de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; envidia, homicidios, contiendas y engaños, de manera que realmente se pueda comprometer a crear leyes que impidan que se propague la inmoralidad en la sociedad.

i.. Como resultado de su intimidad con Dios, debe tener la capacidad para conciliar diferentes puntos de vista, pero siempre conservando al centro la verdad (que solo encontrará en Dios).

Finalmente, no te conformes solo con ir a votar tú, sino BUSCA QUE TODOS LOS QUE ESTÁN A TU ALREDEDOR LO HAGAN Y LO HAGAN CON CONCIENCIA. Solo así quien asuma el poder lo hará con la anuencia de Dios, de quien procede el don de gobernar al pueblo de Dios.

NUESTRA NACIÓN Y DIOS NUESTRO SEÑOR CUENTAN CONTIGO...

¡NO LOS DEFRAUDES!

 

 

“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia divina y todo lo demás se les dará por añadidura”. Mt 6,33

Para vivir en una sociedad más justa, próspera y digna, es necesario que nuestros gobernantes vivan de acuerdo a los valores del Reino de Dios.

Construyamos el Reino de los Cielos.

DIOS ELIGE A TRAVÉS DE TI

Uno de los grandes problemas de nuestro cristianismo, y que no en pocas ocasiones nos ha llevado a graves errores es el tomar decisiones sin contar con la anuencia de Dios. Pensemos, rápidamente en algunos de los momentos más importantes de nuestra vida como son: el casarnos, el decidir la carrera, la cantidad de hijos, etc. Si realmente somos sinceros, nos daremos cuenta de que en la mayoría de los casos nuestras decisiones han estado al margen de lo que Dios pudiera haber opinado sobre ellas. Este es el gran peligro que corre nuestra próxima elección presidencial: MANTENER A DIOS AL MARGEN DE ELLA.

El trayecto de las campañas electorales ha sido una guerra de descalificaciones, de insultos y acciones que no tienen nada que ver con el deseo de servir al pueblo. Y es triste que la mayoría de los mexicanos asistirán a votar basados únicamente por la imagen (buena o mala) que esta batalla mediática haya creado de cada uno de los candidatos.

Debemos recordar, como nos lo dice san Pablo que toda autoridad es puesta (elegida) por Dios (Cf. Rm 13,1) ya que Él sabe perfectamente quién gobernará a su Pueblo según su corazón. Si ésto es así, ¿Te has dado el tiempo para en oración preguntarle al Señor: cuál de los candidatos a dirigir nuestra nación es a quien tú tienes destinado para que sea quien guíe a tu pueblo; o lo harás como las anteriores veces en que haz asistido a las urnas, simplemente cruzando una boleta por simpatía, por rutina o quizás por presión, basado en los débiles argumentos que nos han hecho conocer en esta guerra de medios establecida por los partidos políticos?

El pueblo de Israel, el pueblo de Dios, fue gobernado por diferentes Reyes, sin embargo no todos lo hicieron para agradar a Dios y servir a sus gobernados. El resultado lo podemos leer en los libros históricos de Israel (Samuel, Reyes y Crónicas): Injusticia, pobreza, guerras, destrucción y finalmente el exilio. Para que ésto no suceda es necesario que quien ha de gobernar al pueblo sea elegido por Dios mismo y que una vez electo, se deje guiar por el Espíritu Santo pues sólo de esta manera podrá servir adecuadamente a sus súbditos.

La historia de los reyes de Israel inicia con la elección del rey Saúl. Un hombre fuerte, guerrero y audaz, que quería servir a Dios pero de acuerdo a sus criterios y no a los criterios de Dios. El resultado terminó en egoísmo que llevó a Israel a perder muchos hombres y prácticamente a la desesperación. Fue un hombre que no gobernó conforme a la voluntad de Dios.

En el capítulo 16 del libro primero de Samuel, nos narra que la elección del rey ha de hacerse conforme al corazón de Dios y no bajo los criterios humanos. Esta cita nos narra cómo fue pasando uno a uno Jesé a sus hijos delante de Samuel, y precisamente en los versículos 6-7 dice que al ver Samuel a Eliab dijo: “Sin duda está ante mí el ungido de Yahvé”. Sin embargo Dios le responde: “Yahvé dijo a Samuel: ‘No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo no lo he elegido. El hombre ve las apariencias, pero Yahvé ve el corazón’” (1Sam 16,6-7).

 

Con ésto nos queda claro que nuestra próxima elección debe ser hecha no por las apariencias o basada en toda la guerra mediática, sino dejando que Dios elija. Si verdaderamente queremos que Dios gobierne a su pueblo por medio de nuestros gobernantes es necesario que éstos no sean electos usando únicamente nuestros “criterios” y buscando adivinar quién es el mejor. Es necesario permitirle a Dios elegir a través nuestro, pues Él ve mucho más allá que nosotros. Si nos confiamos a su visión perfecta no fallaremos.

Dios nunca volverá a imponer nada por medio de su poderío, ahora el Dios Omnipotente se ha hecho dependiente de lo que nosotros decidamos, Él desea que nos asemejemos a Él y una manera de hacerlo es dejándonos sentir como Él siente, pensar como Él piensa y actuar como Él actúa. Suena imposible, pero para Dios nada es imposible, con su Espíritu Santo fluyendo dentro de nosotros podremos hacerlo.

Para ello es necesario orar y pedir que el Espíritu que conoce las profundidades del corazón (Cf. 1Cor 2,10) nos indique por cuál de los candidatos debemos sufragar el próximo domingo. Y con ésto no queremos decir que Dios bajará y nos susurrará al oído “es este o aquel”. La función del Espíritu es iluminar nuestros criterios. Es necesario, pues, que cada uno de nosotros, de manera seria, revise a cada candidato y vea cuál de ellos estaría realmente dispuesto a hacer la voluntad de Dios (expresada en sus propuestas de campaña), pero más aun, revisando la congruencia que ha mostrado en sus anteriores gestiones y en la vida moral que lleva de manera privada, especialmente con su familia. Una vez hecho ésto, de rodillas ante el Señor habrás de decirle: ¿Es este, Señor? Sin lugar a dudas, que si has analizado con cuidado y puesto como trasfondo en tu análisis el proyecto de Reino de Dios, con toda seguridad que escucharás la voz de Dios, y con esta confianza podrás emitir tu voto el próximo 2 de Julio.

 

Hay, sin embargo personas que todavía dicen: “Pero para qué ir a votar, ya revisé sus propuestas y ninguna me convence; me parece que ninguno sería un gobernante conforme al corazón de Dios”. A estos les debemos decir que no hay gobernante perfecto.

Regresando al caso de David, el rey por antonomasia y que fue elegido conforme al corazón de Dios, sabemos que durante su reinado cometió pecados gravísimos (adulterio y después mando matar al marido de la mujer). Sin embargo se arrepintió y enmendó su vida sirviendo con fidelidad a Dios y a su pueblo.

No hay gobernante perfecto, pero hay dos tipos de gobernantes: los que tienen a Dios en su corazón, los cuales no están exentos de pecar (David); y los gobernantes que no respetan a Dios y siempre actúan conforme a sus pasiones, guiados por su egoísmo y su afán de poder (Saúl).

Por primera vez en nuestra historia, ante un democracia incipiente, Dios puede participar en las elecciones.... lo hará si tú y yo oramos y con convicción asistimos el próximo domingo a votar. NO asistir a votar es cerrarle el paso a Dios para que elija al que gobernará a su pueblo por los próximos 6 años.

OREMOS PARA QUE DIOS NOS AYUDE A ELEGIR UN GOBERNANTE QUE LO RESPETE Y QUE AME REALMENTE A SU PUEBLO.

OREMOS PARA QUE QUIEN SALGA ELECTO TENGA UN CORAZÓN COMO EL DE JESÚS, PARA QUE GUÍE AL PUEBLO POR CAMINOS DE PAZ Y LIBERTAD.

OREMOS PARA QUE NUESTRO PRÓXIMO PRESIDENTE SEA UN PRESIDENTE CONFORME AL CORAZÓN DE DIOS.

ORACION:

Dios y Padre nuestro, que con admirable providencia gobiernas y diriges todas las cosas mira con amor y misericordia a tu querido pueblo de México que se prepara para elegir a sus autoridades y que quiere reconstruir su futuro con la verdad la institucionalidad y los valores morales del Reino. Dame la sabiduría y la claridad para elegir al candidato que se conforma a tu corazón. Que tu Espíritu Santo guíe mi entendimiento para que pueda elegir un hombre que se destaque por su honestidad, por el conocimiento de las necesidades de nuestro país, y que presenta propuestas claras y realistas promoviendo la reconciliación, la justicia, el progreso y el bien común. Pero sobre todo, que sea una persona que te ame por sobre todas las cosas.

Santa María de Guadalupe, ayúdanos a construir desde la fe un verdadero diálogo entre el Evangelio y nuestra cultura valorando nuestras raíces. Muestra todo tu amor, compasión, auxilio y defensa a este pueblo tuyo. Ilumínanos en esta toma de decisión para emitir nuestro voto por un gobernante honesto y justo, con quien promovamos el desarrollo de tantas riquezas y dones personales y comunitarios, para compartir sin odios ni violencias un mejor futuro para todos.

 

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

SANTA MARIA DE GUADALUPE,

RUEGA POR NOSOTROS