Un eco inusitado y amplificador ha tenido el discurso de apertura del Congreso de laicos, pronunciado por el prelado navarro don Fernando Sebastián. Ante una concurrencia de unos 2000 congresistas y unos 40 obispos, el secretario de la CEE, con certera visión y énfasis singular, puso el dedo en la llaga y dio en el clavo al hacer el análisis del actual catolicismo español.
Merece destacar, entre otras muchas cosas, propuestas por monseñor Sebastián, la raíz de todos los males que no es otra que la mediocridad espiritual de una gran parte de los católicos españoles. He aquí sus palabras que no tienen desperdicio:”La acción de los seglares no ha de caer en un puro activismo, sino ha de estar enraizada en la oración. Hoy, lo más urgente, el bien más grande que podemos hacer a nuestro amigo o a nuestro vecino es ayudarle a creer en Dios, ayudarles a descubrir a Jesucristo como Salvador”. En efecto, sólo quien está impregnado y lleno del amor de Dios, adquirido en la oración, la Palabra de Dios y los sacramentos, podrá ser testigo válido para los demás.
Esta es la realidad española más urgente. Hemos de poner a Dios y a su hijo Jesús en el centro de la vida personal, familiar y social.