Varias veces hemos oído estas palabras: las conferencias episcopales. “La conferencia episcopal norteamericana se reunió...” “Los obispos dela Conferencia Episcopal Colombiana han acordado...” A veces pensamos que los obispos pasan largas horas en esas conferencias y desconocemos cuál es su verdadero significado y la importancia que tienen para la vida de la Iglesia en un país determinado.
La Conferencia Episcopal es una institución de carácter permanente y está formada por la asamblea de los Obispos de una nación o territorio determinado.
Como regla general, según lo establece el canon 450 del Derecho Canónico, la Conferencia Episcopal comprende a los Obispos de todas las Iglesias particulares de una misma nación: “De propio derecho, pertenecen a la Conferencia Episcopal todos los Obispos diocesanos del territorio y quienes se les equiparan en el derecho, así como los Obispos coadjutores, los Obispos auxiliares y los demás Obispos titulares que, por encargo de la Santa Sede o de la Conferencia Episcopal, cumplen una función peculiar en el mismo territorio”.
Las Conferencias Episcopales tienen la función de promover el mayor bien que la Iglesia proporciona a los hombres, proponiendo formas y modos de apostolado convenientemente acomodados a las peculiares circunstancias de tiempo y lugar.
Cada Conferencia Episcopal debe elaborar sus propios estatutos que deben ser revisados por la Sede Apostólica en los que, entre otras cosas se establecen normas sobre las asambleas plenarias de la Conferencia Episcopal, la comisión permanente de Obispos y la secretaría general de la Conferencia, y se constituyan también otros oficios y comisiones que puedan ayudar más eficazmente a alcanzar el fin de la Conferencia Episcopal.
Cada Conferencia Episcopal está constituida por un Presidente, un vicepresidente y el secretario general. Después vendrán los responsables de las comisiones que cada Conferencia Episcopal haya establecido.
Una Conferencia Episcopal siempre está atenta al desarrollo político, económico y social del país al que pertenece, analizando la manera en que dicho desarrollo incide en el bien espiritual de las personas comprendidas dentro del territorio de la Conferencia Episcopal. Por esta razón muchos piensas que las Conferencias Episcopales se inmiscuyen en problemas de política o problemas sociales que nos les corresponden esgrimiendo y manipulando la frase de Nuestro Señor Jesucristo “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Los Obispos, en su carácter de Pastores, no pueden permanecer con los brazos cruzados al ver cómo diversas circunstancias influyen directamente en el bienestar espiritual de sus rebaños. Es deber de justicia “enseñar al que no sabe” y estas Conferencias en muchas ocasiones servirán para instruir a los fieles en materias de moral y costumbres relacionadas con las diferentes circunstancias que aquejan a un país.
Las Conferencias Episcopales eligen los modos apropiados en que dan a conocer a los fieles las disposiciones emanadas en sus reuniones.
Generalmente estas reuniones tienen lugar por lo menos una vez al año, aunque también se establece que pueden llevarse a cabo cuantas veces sean necesarias según lo exijan las circunstancias particulares de cada país.
A los fieles católicos nos corresponde estar atentos a las disposiciones de la Conferencia Episcopal del país que habitamos, seguros que nos ayudarán en todo momento y frente a toda circunstancia a formar y fundamentar nuestro criterio de acuerdo a las enseñanzas de la Iglesia.
Como nos indica la Lumen Gentium en el número 25, debemos “adherirnos con obediencia religiosa” a estas indicaciones y disposiciones.