PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE
SEGUNDA SECCIÓN:
LA
PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
CAPÍTULO PRIMERO
CREO EN DIOS PADRE
198 Nuestra
profesión de fe comienza por Dios, porque Dios es "el Primero y el
Ultimo" (Is 44,6), el Principio y el Fin de todo. El Credo comienza por
Dios Padre, porque el Padre es la Primera Persona Divina de la Santísima
Trinidad; nuestro Símbolo se inicia con la creación del Cielo y de la tierra,
ya que la creación es el comienzo y el fundamento de todas las obras de Dios.
ARTÍCULO 1 «CREO EN DIOS, PADRE TODOPODEROSO,
CREADOR
DEL CIELO Y DE LA TIERRA»
Párrafo 1
CREO EN DIOS
199 "Creo en Dios": Esta primera
afirmación de la profesión de fe es también la más fundamental. Todo el
Símbolo habla de Dios, y si habla también del hombre y del mundo, lo hace por
relación a Dios. Todos los artículos del Credo dependen del primero, así como
los mandamientos son explicitaciones del primero. Los demás artículos nos
hacen conocer mejor a Dios tal como se reveló progresivamente a los hombres.
"Los fieles hacen primero profesión de creer en Dios" (Catech.R.
1,2,2).
I «Creo en un solo Dios»
200 Con estas palabras comienza el Símbolo de Nicea-Constantinopla. La
confesión de la unicidad de Dios, que tiene su raíz en la Revelación Divina
en la Antigua Alianza, es inseparable de la confesión de la existencia de Dios
y asimismo también fundamental. Dios es Unico: no hay más que un solo Dios:
"La fe cristiana confiesa que hay un solo Dios, por naturaleza, por
substancia y por esencia" (Catech.R., 1,2,2).
201 A Israel, su elegido, Dios se reveló como el Unico: "Escucha
Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza" (Dt 6,4-5).
Por los profetas, Dios llama a Israel y a todas las naciones a volverse a él,
el Unico: "Volveos a mí y seréis salvados, confines todos de la tierra,
porque yo soy Dios, no existe ningún otro...ante mí se doblará toda rodilla y
toda lengua jurará diciendo: ¡Sólo en Dios hay victoria y fuerza!" (Is
45,22-24; cf. Flp 2,10-11).
202 Jesús mismo confirma que Dios es "el único Señor" y que
es preciso amarle con todo el corazón, con toda el alma, con todo el espíritu
y todas las fuerzas (cf. Mc 12,29-30). Deja al mismo tiempo entender que él
mismo es "el Señor" (cf. Mc 12,35-37). Confesar que "Jesús es
Señor" es lo propio de la fe cristiana. Esto no es contrario a la fe en el
Dios Unico. Creer en el Espíritu Santo, "que es Señor y dador de
vida", no introduce ninguna división en el Dios único:
Creemos firmemente y afirmamos sin ambages que hay un solo verdadero Dios,
inmenso e inmutable, incomprensible, todopoderoso e inefable, Padre, Hijo y
Espíritu Santo: Tres Personas, pero una Esencia, una Substancia o Naturaleza
absolutamente simple (Cc. de Letrán IV: DS 800).
II Dios revela su nombre
203 A su pueblo Israel Dios se reveló dándole a conocer su Nombre. El
nombre expresa la esencia, la identidad de la persona y el sentido de su vida.
Dios tiene un nombre. No es una fuerza anónima. Comunicar su nombre es darse a
conocer a los otros. Es, en cierta manera, comunicarse a sí mismo haciéndose
accesible, capaz de ser más íntimamente conocido y de ser invocado
personalmente.
204 Dios se reveló progresivamente y bajo diversos nombres a su pueblo,
pero la revelación del Nombre Divino, hecha a Moisés en la teofanía de la
zarza ardiente, en el umbral del Exodo y de la Alianza del Sinaí, demostró ser
la revelación fundamental tanto para la Antigua como para la Nueva Alianza.
El Dios vivo
205 Dios llama a Moisés desde una zarza que arde sin consumirse. Dios
dice a Moisés: "Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios
de Isaac y el Dios de Jacob" (Ex 3,6). Dios es el Dios de los padres. El
que había llamado y guiado a los patriarcas en sus peregrinaciones. Es el Dios
fiel y compasivo que se acuerda de ellos y de sus promesas; viene para librar a
sus descendientes de la esclavitud. Es el Dios que más allá del espacio y del
tiempo lo puede y lo quiere, y que pondrá en obra toda su Omnipotencia para
este designio.
"Yo soy el que soy"
Moisés dijo a Dios: Si voy a los hijos de Israel y les digo: `El Dios de
vuestros padres me ha enviado a vosotros'; cuando me pregunten: `¿Cuál es su
nombre?', ¿qué les responderé?" Dijo Dios a Moisés: "Yo soy el que
soy". Y añadió: "Así dirás a los hijos de Israel: `Yo soy' me ha
enviado a vosotros"...Este es ni nombre para siempre, por él seré
invocado de generación en generación" (Ex 3,13-15).
206 Al revelar su nombre misterioso de YHWH, "Yo soy el que es"
o "Yo soy el que soy" o también "Yo soy el que Yo soy",
Dios dice quién es y con qué nombre se le debe llamar. Este Nombre Divino es
misterioso como Dios es Misterio. Es a la vez un Nombre revelado y como la
resistencia a tomar un nombre propio, y por esto mismo expresa mejor a Dios como
lo que él es, infinitamente por encima de todo lo que podemos comprender o
decir: es el "Dios escondido" (Is 45,15), su nombre es inefable (cf.
Jc 13,18), y es el Dios que se acerca a los hombres.
207 Al revelar su nombre, Dios revela, al mismo tiempo, su fidelidad que
es de siempre y para siempre, valedera para el pasado ("Yo soy el Dios de
tus padres", Ex 3,6) como para el porvenir ("Yo estaré contigo",
Ex 3,12). Dios que revela su nombre como "Yo soy" se revela como el
Dios que está siempre allí, presente junto a su pueblo para salvarlo.
208 Ante la presencia atrayente y misteriosa de Dios, el hombre descubre
su pequeñez. Ante la zarza ardiente, Moisés se quita las sandalias y se cubre
el rostro (cf. Ex 3,5-6) delante de la Santidad Divina. Ante la gloria del Dios
tres veces santo, Isaías exclama: "¡ Ay de mí, que estoy perdido, pues
soy un hombre de labios impuros!" (Is 6,5). Ante los signos divinos que
Jesús realiza, Pedro exclama: "Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre
pecador" (Lc 5,8). Pero porque Dios es santo, puede perdonar al hombre que
se descubre pecador delante de él: "No ejecutaré el ardor de mi
cólera...porque soy Dios, no hombre; en medio de ti yo el Santo" (Os
11,9). El apóstol Juan dirá igualmente: "Tranquilizaremos nuestra
conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es
mayor que nuestra conciencia y conoce todo" (1 Jn 3,19-20).
209 Por respeto a su santidad el pueblo de Israel no pronuncia el Nombre
de Dios. En la lectura de la Sagrada Escritura, el Nombre revelado es sustituido
por el título divino "Señor" ("Adonai", en griego
"Kyrios"). Con este título será aclamada la divinidad de Jesús:
"Jesús es Señor".
"Dios misericordioso y clemente"
210 Tras el pecado de Israel, que se apartó de Dios para adorar al
becerro de oro (cf. Ex 32), Dios escucha la intercesión de Moisés y acepta
marchar en medio de un pueblo infiel, manifestando así su amor (cf. Ex
33,12-17). A Moisés, que pide ver su gloria, Dios le responde: "Yo haré
pasar ante tu vista toda mi bondad (belleza) y pronunciaré delante de ti el
nombre de YHWH" (Ex 33,18-19). Y el Señor pasa delante de Moisés, y
proclama: "YHWH, YHWH, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y
rico en amor y fidelidad" (Ex 34,5-6). Moisés confiesa entonces que el
Señor es un Dios que perdona (cf. Ex 34,9).
211 El Nombre Divino "Yo soy" o "El es" expresa la
fidelidad de Dios que, a pesar de la infidelidad del pecado de los hombres y del
castigo que merece, "mantiene su amor por mil generaciones" (Ex 34,7).
Dios revela que es "rico en misericordia" (Ef 2,4) llegando hasta dar
su propio Hijo. Jesús, dando su vida para librarnos del pecado, revelará que
él mismo lleva el Nombre divino: "Cuando hayáis levantado al Hijo del
hombre, entonces sabréis que Yo soy" (Jn 8,28)
Solo Dios ES
212 En el transcurso de los siglos, la fe de Israel pudo desarrollar y
profundizar las riquezas contenidas en la revelación del Nombre divino. Dios es
único; fuera de él no hay dioses (cf. Is 44,6). Dios transciende el mundo y la
historia. El es quien ha hecho el cielo y la tierra: "Ellos perecen, mas
tú quedas, todos ellos como la ropa se desgastan...pero tú siempre el mismo,
no tienen fin tus años" (Sal 102,27-28). En él "no hay cambios ni
sombras de rotaciones" (St 1,17). El es "El que es", desde
siempre y para siempre y por eso permanece siempre fiel a sí mismo y a sus
promesas.
213 Por tanto, la revelación del Nombre inefable "Yo soy el que
soy" contiene la verdad que sólo Dios ES. En este mismo sentido, ya la
traducción de los Setenta y, siguiéndola, la Tradición de la Iglesia han
entendido el Nombre divino: Dios es la plenitud del Ser y de toda perfección,
sin origen y sin fin. Mientras todas las criaturas han recibido de él todo su
ser y su poseer. El solo es su ser mismo y es por sí mismo todo lo que es.
III Dios, "el que es", es verdad y amor
214 Dios, "El que es", se reveló a Israel
como el que es "rico en amor y fidelidad" (Ex 34,6). Estos dos
términos expresan de forma condensada las riquezas del Nombre divino. En
todas sus obras, Dios muestra su benevolencia, su bondad, su gracia, su amor;
pero también su fiabilidad, su constancia, su fidelidad, su verdad. "Doy
gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad" (Sal 138,2; cf. Sal 85,11).
El es la Verdad, porque "Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna"
(1 Jn 1,5); él es "Amor", como lo enseña el apóstol Juan (1 Jn
4,8).
Dios es la Verdad
215 "Es verdad el principio de tu palabra, por
siempre, todos tus justos juicios" (Sal 119,160). "Ahora, mi Señor
Dios, tú eres Dios, tus palabras son verdad" (2 S 7,28); por eso las
promesas de Dios se realizan siempre (cf. Dt 7,9). Dios es la Verdad misma,
sus palabras no pueden engañar. Por ello el hombre se puede entregar con toda
confianza a la verdad y a la fidelidad de la palabra de Dios en todas las
cosas. El comienzo del pecado y de la caída del hombre fue una mentira del
tentador que indujo a dudar de la palabra de Dios, de su benevolencia y de su
fidelidad.
216 La verdad de Dios es su sabiduría que rige todo
el orden de la creación y del gobierno del mundo ( cf.Sb 13,1-9). Dios,
único Creador del cielo y de la tierra (cf. Sal 115,15), es el único que
puede dar el conocimiento verdadero de todas las cosas creadas en su relación
con El (cf. Sb 7,17-21).
217 Dios es también verdadero cuando se revela: La
enseñanza que viene de Dios es "una doctrina de verdad" (Ml 2,6).
Cuando envíe su Hijo al mundo, será para "dar testimonio de la
Verdad" (Jn 18,37): "Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha
dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero" (1 Jn 5,20; cf. Jn
17,3).
Dios es Amor
218 A lo largo de su historia, Israel pudo descubrir
que Dios sólo tenía una razón para revelársele y escogerlo entre todos los
pueblos como pueblo suyo: su amor gratuito (cf. Dt 4,37; 7,8; 10,15). E Israel
comprendió, gracias a sus profetas, que también por amor Dios no cesó de
salvarlo (cf. Is 43,1-7) y de perdonarle su infidelidad y sus pecados (cf. Os
2).
219 El amor de Dios a Israel es comparado al amor de
un padre a su hijo (Os 11,1). Este amor es más fuerte que el amor de una
madre a sus hijos (cf. Is 49,14-15). Dios ama a su Pueblo más que un esposo a
su amada (Is 62,4-5); este amor vencerá incluso las peores infidelidades (cf.
Ez 16; Os 11); llegará hasta el don más precioso: "Tanto amó Dios al
mundo que dio a su Hijo único" (Jn 3,16).
220 El amor de Dios es "eterno" (Is 54,8).
"Porque los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi amor de
tu lado no se apartará" (Is 54,10). "Con amor eterno te he amado:
por eso he reservado gracia para ti" (Jr 31,3).
221 Pero S. Juan irá todavía más lejos al
afirmar: "Dios es Amor" (1 Jn 4,8.16); el ser mismo de Dios es Amor.
Al enviar en la plenitud de los tiempos a su Hijo único y al Espíritu de
Amor, Dios revela su secreto más íntimo (cf. 1 Cor 2,7-16; Ef 3,9-12); él
mismo es una eterna comunicación de amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y
nos ha destinado a participar en Él.
IV Consecuencias de la fe en el Dios único
222 Creer en Dios, el Unico, y amarlo con todo el
ser tiene consecuencias inmensas para toda nuestra vida:
223 Es reconocer la grandeza y la majestad de
Dios: "Sí, Dios es tan grande que supera nuestra ciencia" (Jb
36,26). Por esto Dios debe ser "el primer servido" (Santa Juana de
Arco).
224 Es vivir en acción de gracias: Si Dios
es el Unico, todo lo que somos y todo lo que poseemos vienen de él:
"¿Qué tienes que no hayas recibido?" (1 Co 4,7). "¿Cómo
pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?" (Sal 116,12).
225 Es reconocer la unidad y la verdadera
dignidad de todos los hombres: Todos han sido hechos "a imagen y
semejanza de Dios" (Gn 1,26).
226 Es usar bien de las cosas creadas: La fe
en Dios, el Unico, nos lleva a usar de todo lo que no es él en la medida en
que nos acerca a él, y a separarnos de ello en la medida en que nos aparta de
Él (cf. Mt 5,29-30; 16, 24; 19,23-24):
Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de
ti. Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a ti. Señor mío y
Dios mío, despójame de mi mismo para darme todo a ti (S. Nicolás de Flüe,
oración).
227 Es confiar en Dios en todas las
circunstancias, incluso en la adversidad. Una oración de Santa Teresa de
Jesús lo expresa admirablemente:
Nada te turbe / Nada te espante
Todo se pasa / Dios no se
muda
La paciencia todo lo alcanza / quien a Dios tiene
Nada le falta /
Sólo Dios basta. (poes. 30)
Resumen
228 "Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios
es el Unico Señor..." (Dt 6,4; Mc 12,29). "Es absolutamente
necesario que el Ser supremo sea único, es decir, sin igual...Si Dios no es
único, no es Dios" (Tertuliano, Marc. 1,3).
229 La fe en Dios nos mueve a volvernos solo a El
como a nuestro primer origen y nuestro fin último;, y a no preferirle a nada
ni sustituirle con nada.
230 Dios al revelarse sigue siendo Misterio
inefable: "Si lo comprendieras, no sería Dios" (S. Agustín, serm.
52,6,16).
231 El Dios de nuestra fe se ha revelado como El
que es; se ha dado a conocer como "rico en amor y fidelidad" (Ex
34,6). Su Ser mismo es Verdad y Amor.
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