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Carta de monseñor José Sánchez sobre el aborto y la manifestación del 17-O

Carta de monseñor José Sánchez sobre el aborto y la manifestación del 17-O       

Queridos diocesanos:

Dada la gravedad de la aprobación por el Gobierno del Proyecto de Ley del Aborto y, las justificaciones que para ello están dando, me parece obligado tomar postura ante ello, secundando la ya tomada por los Obispos en la última reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española.Manifestamos públicamente nuestro rechazo a la Ley del Aborto que se proyecta, según la cual se puede eliminar la vida de un ser humano, concebido y aún no nacido, dentro de unos plazos y según una serie de circunstancias, entre las que se cuenta la decisión de la madre, sin más.

 Se habla de garantizar y ampliar derechos, tales como los de la madre a ser o a no ser madre, o los de los profesionales a actuar con seguridad jurídica y otros. En ningún caso se habla del derecho más sagrado, que es el de un ser humano inocente e indefenso a la vida. Y digo conscientemente “ser humano”, porque el concebido aún no nacido lo es antes de nacer, como lo será después de nacer. ¿O es que se le quiere negar también, además del derecho a nacer, el derecho a ser llamado ser humano? Pues ¿qué es, si no?

En cuanto a los derechos de la madre, tiene, efectivamente, derecho a ser o a no ser madre, mientras no haya ya una vida humana por medio, que tiene también sus derechos inviolables. La madre tiene también todos los derechos inherentes a la maternidad como madre gestante y después del parto. A ellos han de responder: La madre y el padre, el Estado, los profesionales de la sanidad y toda la sociedad, y en ella la Iglesia, protegiendo, defendiendo y acogiendo esa vida. El derecho a eliminar un ser humano nadie lo tiene; tampoco la madre.

No es este asunto solamente una cuestión de la moral de los cristianos. El “No matarás” está en la entraña de la naturaleza humana. Es anterior a la Ley promulgada por Dios en el Sinaí. Es anterior, por lo mismo, a la Ley fundamental cristiana promulgada por Jesús, en el Sermón de la Montaña, que recoge el Evangelista San Mateo. Eliminar un ser humano, además inocente e indefenso, es no sólo un pecado. Si se dan causas eximentes o atenuantes, es un “crimen". Una ley que lo legitime y lo convierta en derecho significa un retroceso en la civilización. No cambia la calificación del aborto el que una persona menor de edad lo haga o no con consentimiento de los padres. Es importante la cuestión del consentimiento paterno en las personas menores de edad; pero lo más grave es dar muerte a un inocente, sea por una persona sola o sea con la complicidad de otras.

El próximo sábado 17 de octubre, numerosas asociaciones han convocado una manifestación en Madrid para defender el derecho a la vida y una justa promoción de la maternidad. Es evidente que la convocatoria de esta manifestación y la participación en la misma son legítimas y convenientes. Ojalá signifique y sea entendida como el grito de una buena parte de la sociedad que dice “¡Basta!” a la degradación que supone la proyectada ley al considerar como un derecho la muerte de un ser inocente e indefenso.

Es cierto que las medidas de protección de la vida humana concebida no nacida y de apoyo a la madre en dificultades no se agotan con una manifestación por muy legítima, conveniente y hasta necesaria que se considere. Son necesarias también medidas previas a la concepción de un ser humano, como la adecuada información y formación, la educación, incluida la educación sexual, en la que el sexo se considere no sólo como disfrute o diversión, sino como una facultad humana y un don de Dios, cuyo ejercicio ha de ser ordenado y que tiene unas consecuencias, como es la concepción de un ser humano, que ha de ser acogido y de cuya vida nadie puede libremente disponer. Como son necesarias también medidas que garanticen y faciliten la acogida de la nueva vida, la protección de la madre soltera o abandonada, la facilitación de la adopción, la promoción de leyes justas y humanizadoras que defiendan, protejan y promuevan la vida de todo ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural.

Conveniente, útil y necesaria es siempre la oración por la vida. A ella convoca nuestra Conferencia Episcopal especialmente en este año de oración por la vida humana tan amenazada por leyes injustas, como la que proyecta nuestro Gobierno y tan degradada por otras lacras como el hambre, la miseria, el subdesarrollo, las guerras, el terrorismo, la violencia…

Os invito a todos a implicarnos y comprometernos más por la vida humana en general y por la de los concebidos aun no nacidos en particular, y por la protección de la maternidad. Asimismo, a la oración por la vida, sobre todo a los párrocos y rectores de iglesias para que incluyan en las preces en la misa y en otras celebraciones la oración por este don de Dios.

Os saluda y bendice vuestro Obispo,

José Sánchez, obispo de Sigüenza-Guadalajara.