Cambio de imagen
Va siendo algo habitual, especialmente entre la clase pudiente de la sociedad, el someterse a la moda de la cirugía estética, para cambiar y tratar de mejorar el aspecto físico e imagen de la persona. El cambio de rostro del líder político Berlusconi ha producido, dentro y fuera de Italia, una cierta convulsión, animándose muchos a imitar su ejemplo.
El quitarse unas patas de gallo, estirarse unas arrugas faciales, o corregir una prominencia nasal, ayuda, indudablemente, a mejorar la imagen y el aspecto juvenil de una persona, con la ilusión de haber encontrado la fórmula de la eterna juventud. Ilusión, por demás fallida, como se comprueba al paso de los años.
Personalmente, admiro mucho más a quienes no tienen arrugas en su alma y en su interior. “Los hombres miran las apariencias, pero Dios se fija en el corazón del hombre”.He aquí la clave y el ideal de la auténtica belleza. Me quedo con el rostro curtido y rugoso de cualquier madre o abuela Teresa -aunque no sea de Calcuta- que con la cara de ciertos personajes públicos, que “se la pisan”.