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Belleza integral

1. A diferencia de la naturaleza y de los objetos artísticos, donde encontramos una belleza “de algo”, existe una belleza “de alguien”, que es la específicamente personal, la belleza responsable, con rostro, que sabe y responde de sí. La llamamos belleza “integral” porque resulta de asumir el hombre sus diversas dimensiones: lo físico, lo psíquico y lo espiritual. Esta integración, aunque ya incoada en nuestra naturaleza, está sin embargo por cumplir, por lograr, por inventar mediante nuestra libertad. De ahí que la belleza integral reclame necesariamente la creación personal. Es, por así decir, la belleza que alguien “se saca de dentro” y a la cual responde con su actitud y temple ético, pero también mediante artes específicas.

2. Por ser el cuerpo palabra originaria de la persona y como su signo eficaz, la belleza integral tiende de suyo a vivirse y manifestarse corporalmente. Ello requiere el concurso, entre otras cosas, de las “artes de la intimidad”: arreglo personal, cortesía, vestido, diseño, decoración, y multitud de otras actividades, por lo general manuales, que inventan y modulan la convivencia. Su manifestación tiene lugar según cinco niveles:

a) El cuidado del aspecto, mediante el cual se actúa sobre el campo magnético de la presencia.

b) El hogar, que es obra común de todos sus miembros, en la cual reluce la armonía peculiar de cada familia, su estilo, su excelencia, sus peculiaridades.

c) Posteriormente la belleza integral aflora en la amistad, y de modo singular y paradigmático en el amor erótico, confiriéndoles lirismo y hondura.

d) Desde los niveles anteriores la belleza integral se proyecta en la compleja trama de las relaciones sociales, insuflando en ellas aliento de humanidad.

e) Por último, y como cerrando el círculo, los medios de comunicación, en particular las expresiones artísticas del mundo de la imagen (cine, publicidad, moda, diseño), reflejan, interpretan y configuran los niveles anteriores.

3. Elemento esencial en este tipo de belleza es el discernimiento, por vía afectiva, del significado esponsal del cuerpo, fundamento de la complementariedad entre varón y mujer. Esta sabiduría práctica en torno a la corporeidad es lo que otros llaman modestia, decoro, pudor, decencia, etc.

4. Otra característica de la belleza personal o integral es su carácter biográfico o narrativo, pues le es esencial aquel argumento que hace de cada vida algo único. Las artes que mencionadas antes se dirigen precisamente a intensificar el sentido argumental, confiriendo a la vida cierto aire de novela o película, es decir, un todo con sentido. De este modo, cualquier vida, por corriente que sea, se torna digna de contemplarse, despierta admiración, irradia belleza.

5. Fomentar, captar y responder a la belleza integral requiere una ardua y exigente disciplina ascética, especialmente el recogimiento habitual y el dominio de la mirada. Así entrenado, el corazón se abre de modo espontáneo a la excelencia de la persona y siente la incitación de su misterio.