Antes
de comprometerte, debes conocer muy bien lo que piensa tu pareja
respecto a diversos temas que son de primordial importancia para
asegurar el éxito de su matrimonio.
El triunfo personal de ustedes dos no será un hecho aislado; éste
se unirá a la buena o menos buena marcha de la sociedad completa.
En los tiempos más recientes se observan severas crisis y
quebrantos sociales, particularmente en los países occidentales. En
todos los casos, el denominador común de esas crisis es la
desintegración familiar.
Si es aceptado que la familia es el pilar de la sociedad, es lógico
afirmar que las familias desintegradas son puntos donde se origina y
expande el desmoronamiento social.
¿A quién corresponde la conducción adecuada de una familia?
Corresponde única y exclusivamente a la pareja, por eso, conformar
un nuevo hogar es quizá la decisión más importante que toma una persona
en toda su vida; por lo tanto, es todo un arte saber elegir al
compañero o compañera de nuestros días.
El arte no se queda sólo en elegir sino que, una vez hecha la
selección, se deberá estar dispuesto a saberle amar cada día más y
mejor.
Amar o amar.
Durante el noviazgo, los jóvenes están ante la disyuntiva de
expresar finalmente un sí o un no, por eso, la elección de la pareja
llega a su plenitud el día de la boda.
Es falso afirmar que el amor es sólo aquello que se siente o lo que nace. No. El amor es algo que se cultiva y enriquece cada día, es la decisión más elevada que toma un ser humano.
Hay gente que se esfuerza por definir qué cosa es el amor, en
cambio, personalmente no se exige metas concretas en cuanto a saber
amar, se queda en el simple enamoramiento.
El enamoramiento no es necesariamente una garantía del verdadero
amor. Toda la gente tiene, al casarse, la impresión de que en verdad
ama, sin embargo, hay infinidad de matrimonios que fracasan, uniones en
las que el amor se apaga en lugar de crecer.
El enamoramiento es el punto en el que se unen las dos líneas del
desarrollo de la afectividad humana: la fisiológica y la psicológica.
El amor entre el hombre y la mujer está destinado, por naturaleza,
a ser la forma más plena de comunicación humana y el medio para
conservar la especie.
Un hombre puede desear físicamente a cualquier mujer (o una mujer a
un hombre) y no por eso estar enamorado de ella. El verdadero
enamoramiento supone, además, un deseo de compartirlo todo, de
conocerlo todo, de darlo todo, de establecer una comunicación total,
estable y exclusiva.
En ese darlo todo está el cimiento de amor conyugal y éste
produce importantes frutos, entre los cuales están: los hijos, la
alegría y la superación personal de cada miembro de la familia.
Los hijos.
El primero y más importante fruto del amor conyugal son los hijos.
Este don que tienen los cónyuges para engendrar es indudablemente la realización mayor de la pareja.
La mayor alegría de una pareja son sus hijos, pero tenerlos trae consigo sacrificios y algunas dificultades.
Para cumplir exitósamente con la función de padres, los esposos
necesitan participar en seminarios, cursos, leer libros, y también
dialogar con matrimonios que hayan pasado por experiencias similares a
la que ellos viven y, sobre todo, deben compartir en pareja sus errores
y aciertos.
Alegría.
La verdadera alegría es el mejor indicador de que existe una sana relación entre los cónyuges.
La alegría de la pareja es la alegría de los hijos y por consecuencia, todos ellos forman un verdadero hogar.
Mediante la alegría se generan tanto la armonía como la estabilidad
familiares, incluso en los momentos difíciles y cuando llegan ciertos
disgustos, la reconciliación viene en forma natural y rápida si se
trata de esposos alegres.
Las caras largas y la indiferencia entre la pareja o con los
hijos, es la muestra más clara de que algo anda mal en el cultivo del
amor entre los cónyuges.
Superación personal.
Otro fruto del amor conyugal es la superación tanto del hombre como de la mujer.
La persona que ama, necesariamente desea lo mejor para su cónyuge,
sus hijos y para sí mismo. La búsqueda del mejoramiento profesional,
económico, cultural, social y espiritual, es la lucha diaria de quien
ama, sea hombre o mujer.
Una familia que en verdad ama, es capaz de darle a los hijos la más
importante formación que no encontrarán en ninguna universidad:
aprender a vivir en armonía.
La capacidad para amar que tiene un ser humano es seguramente la
mayor semejanza que tiene con su Creador, sin embargo, el amor humano
puede crecer o apagarse.
Las parejas que se saben dar el uno al otro en forma auténtica, son
los matrimonios más felices y estables y, a su vez, son el origen de
las familias unidas y fuertes. La diferencia entre los matrimonios
felices y las parejas que no lo son, está en la manera de encontrar esa
felicidad pues muchas personas casadas se empeñan en buscarla donde
jamás estará.
¿Qué puedo investigar en mi pareja?
1.- CÓMO PIENSA:
a). ¿Ya sabe usted, joven, cómo concibe su novia el papel de esposa?
b). ¿Lo que ella espera de un esposo es lo que usted está dispuesto a ofrecer?
c). ¿Con qué frecuencia desea ir ella a la casa de sus padres?
d). ¿En qué religión formarán a sus hijos?
e). ¿Qué tipo de educación les transmitirán?
f). ¿Cómo actuará ella en caso de que no puedan tener hijos?
g). ¿Qué actitud tomará si tiene un hijo con circunstancias especiales?
h). ¿Cómo respetará la libertad de sus hijos?
i). ¿Ya conoce el defecto predominante en usted y, si es así, cómo piensa sobrellevarlo?
j). ¿Acepta su pareja a la familia de usted, se siente parte de la misma?
k). ¿Tiene afán de aprender lo que sea, a fin de estar a tono con las exigencias que le impondrá su nuevo estado civil?
l). ¿Qué piensa del arreglo personal?
m). ¿Es hipocondriaca (se inventa enfermedades)?
n). ¿Está consciente de lo caras que están las cosas?
ñ). ¿Usted, futura esposa, ya conoce las respuestas a las preguntas anteriores con respecto a lo que piensa su pretendiente?
2.- QUÉ SENTIMIENTOS Y CUALIDADES TIENE.
a). ¿Ya sabe usted, señorita, si él es generoso o tiende al egoísmo?
b). ¿Se alegra con el bien ajeno o tiende a envidiar lo que otros tienen?
c). ¿Es dedicado y responsable en sus obligaciones diarias?
d). ¿Es celoso?
e). ¿En qué tiene cimentada su fe, o de plano no cree en nada?
f). ¿Cuáles son sus hábitos familiares?, ¿está dispuesta usted a involucrarse en ellos?
g). ¿Ya conocen ambos el tipo de familia al que cada uno aspira?
h). ¿Qué nivel de cultura general desea usted en su pareja?
i). ¿Qué grado de importancia da él a la vida social?, ¿está usted en sintonía?
j). ¿Qué disposición tendrá si necesitan vivir en otra ciudad?
k). ¿Usted, futuro esposo, conoce los verdaderos sentimientos de su novia?
Aún cuando ambos conozcan la respuesta a estos y otros muchos
aspectos esenciales, la vida matrimonial les traerá un montón de
situaciones inesperadas. Mas si están de acuerdo en ellos, ningún
imprevisto arruinará su unión, pues estará cimentada en algo más que
ilusiones.