Adrián
estaba con sus amigos en una discoteca platicando del último partido de
fútbol, cuando de pronto vió a una muchacha que le llamó mucho la
atención. momentáneamente se encontraron con la mirada y ella le sonrió.
Atracción física.
Lo que les sucede a Lucía y a Adrián le ha sucedido a la mayoría de
las personas. Se llama atracción física y esto suele ser un primer paso
para el verdadero amor. La atracción que los dos sienten es un elemento
del amor, pero no es la esencia del mismo.
Lucía y Adrián se han gustado físicamente. Lo mismo pasa cuando una muchacha dice fulanito está guapísimo
y las amigas a coro le dicen que está loca, sin embargo a ella le sigue
gustando. Es cuestión personal, como una química que hay en las
personas y que muchas veces, si no es que siempre, es inexplicable.
Sin embargo hoy en día -o tal vez siempre- parece que esa atracción
física tiende a confundirse con el amor. Tal confusión se deja entrever
en las letras de algunas canciones y sobre todo en películas donde,
como por mera atracción física, las parejas se entregan y el placer lo
dispensa todo, con el pretexto de que nos gustamos.
Tristemente esto no solo sucede en la pantalla sino también en la
vida real, como si nada más importara el estuche de la persona y no lo
que hay dentro, que al fin y al cabo, es lo que vale. Es entonces
cuando se comprende por qué existen parejas que han empezado su
relación sólo por la atracción física y que luego no la pueden
mantener. Comprueban que existe algo mucho más profundo que debe
sostener una relación.
Atracción emocional.
Muchas veces, en la pareja existe esa empatía de caracteres: Me la paso tan bien con fulanito. El y yo nos entendemos de maravilla, me gusta estar con él. Esto sigue cuando ya ha habido conocimiento mutuo y es la atracción emocional: Lo empiezo a conocer y me gusta.
Al ser la atracción emocional uno de los primeros estados del
enamoramiento, es importante reflexionar que muchas veces las parejas
necesitan pasar por situaciones críticas o enfrentarse ante un
desacuerdo para realmente intercambiar ideas e ir conociéndose, pues
pudiera suceder que sólo exista una relación en la que todo es color de
rosa. Pero estos dos aspectos sólo abarcan los sentimientos de la
persona, y la persona es mucho más que sentimientos. Si así lo fuera
seríamos totalmente volubles y estaríamos plenamente condicionados por
las circunstancias.
Es con la inteligencia que se conoce.
Existe -y es vital- la necesidad de conocer a la persona, y es con la inteligencia que se conoce: Me gusta su carácter.
Por eso es que el amor no puede ser ciego. El amor quiere conocer a la
persona amada y quiere conocerla cada vez más: nadie puede amar a quién
no conoce.
Esta convicción que se da con la inteligencia y no por las
emociones, debe venir después de haber tenido una relación de
intercambio de ideas profundas y trascendentes, de haber visto a la
pareja reaccionar ante dificultades o contratiempos, saber cómo cumple
sus responsabilidades cotidianas, cómo se relacionan con las personas
que lo rodean, cuáles son sus aspiraciones y sus inquietudes, cuáles
son sus prioridades, sus metas, en fin, saber cómo vive para saber cómo
es, y entonces poder decir: Estoy enamorado de esta persona.
Cuando se ha decidido amar, esta decisión se hace con la voluntad
de hacer de esta relación una unión permanente, aportando con ella una
entrega total. Pudiera ser que al principio, la atracción física se
confunda con el amor y se piense que éste es un sentimiento de placer.
Al faltar la madurez, la pareja puede centrar su relación en mera
atracción, provocándose situaciones donde es muy fácil dejarse llevar
por ese sentimiento superficial y dejar atrás la posibilidad de amarse
verdaderamente.
Cuando se sueña con el amor como algo mágico, donde todo es
maravilloso, sin problemas ni esfuerzo, solo se está guiando la persona
por la atracción emocional. Esta relación sería tan inestable como las
olas que van y vienen al capricho del mar. El noviazgo es una escuela
de amor y, por desgracia, cuando las parejas estacionan su relación en
las primeras etapas de enamoramiento, lejos de madurar su amor, tienden
a truncarlo.
El verdadero amor no es atracción física, ni sentir bonito, esos nada más son elementos del amor.
El amor es algo más profundo, es una vocación fundamental e innata
del ser humano. Es con la inteligencia y voluntad, que se ama
verdaderamente.
Es el noviazgo la época donde de verdad se debe aprender a amar, para luego poder decir de una forma libre y consciente Te
amo todo yo, con virtudes y defectos, a todo tú, con virtudes y
defectos, en las buenas y en las malas, hoy y deseo que sea para siempre. De esta manera, tal vez lo que empieza con un encuentro de miradas, puede convertirse luego en una verdadera historia de amor.
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