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Amor: Cuestión de voluntad


Una de las palabras que más han intentado definir los expertos, sin lograrlo totalmente, es el vocablo amor. Al mismo tiempo es la palabra más desvirtuada. Ya se le llama amor a casi cualquier cosa, incluso las peores aberraciones sexuales y los mayores actos de egoísmo reciben este nombre.

Otras personas describen al amor en una forma que raya -según la
opinión de muchos- en lo cursi. Un ejemplo de esta es la siguiente
manera de relatar el impacto de amor que se llevó cierto jovencito:

Fue una enorme descarga de energía que hubiera recorrido todo su
cuerpo en fracción de segundo. Sintió una sacudida brutal ¡cómo si un
rayo lo hubiera fulminado! El impacto que recibió fue tal que
permaneció mudo, como paralizado, sin aliento, cuando vio su silueta
recortada contra el cielo rojizo y purpúreo de aquella hermosa tarde de
otoño.

Su corazón se aceleró cuando a aquella visión se sumó el sonido
fresco, dulce y armonioso de su risa espontánea y discreta. Fue como si
su cerebro, hubiera descubierto de repente el significado de aquella
palabra ¡amor! que había escuchado tantas veces y que nunca había
comprendido.

Repentinamente tuvo una visión muy clara: supo que no descansaría
hasta conseguir que ella correspondiera a ese sentimiento tan intenso
que de manera tan fuerte se había posesionado de su ser.

¿Caricatura del amor?

Muchos libros, películas y novelas describen el proceso del
enamoramiento con escenas similares a la anterior. A veces lo presentan
cursi y en otras lo exhiben como algo incomprensible, misterioso y casi
mágico. Se limitan a presentar este sentimiento desde un solo ángulo:
una pasión o maraña de sensaciones y emociones que atrapan a la persona
con una fuerza irresistible.

Pretenden hacer que la gente crea que el amor es solamente una
sucesión de sentimientos que ocurren repentinamente y ante los cuales
lo único que se puede hacer es: dejarse llevar. Dan a entender que las
personas se enamoran en contra de su voluntad, que es algo que sucede y
así como viene se va, de tal manera que a los seres humanos les llega
el amor y luego, se les escapa de las manos.

Vistas así las cosas, la gente se enamora y se casa. Luego, se desenamora y se descasa (divorcia). Así de simple, así de claro. ¿Dije claro?

Entonces... ¿Qué es el amor?

Aunque los sentimientos forman parte importante en el proceso de
enamoramiento, el verdadero amor no se limita sólo a ellos. El
verdadero amor involucra a la persona en su totalidad: cuerpo,
espiritualidad, sentimientos, afecto, inteligencia y voluntad.

El verdadero amor implica una valoración profunda de la persona
amada, que lleva ante todo a procurar el bien de ésta. Hay ocasiones en
que viendo a alguna pareja se escuchan comentarios como: No sé por qué se fijó en ella, si la palabra fea le queda corta, está espantosa.

Se dan casos en los que alguno de los dos es víctima de un
accidente que le inutiliza y el otro se entrega a su cuidado, se dedica
en cuerpo y alma a la persona amada, sin importar el deteriorado estado
físico y anímico del otro. Ya se ve que no hay mayor amor que el del que da la vida por el ser amado.

Y se puede dar la vida de muchas formas. Basta ver a los padres que
dedican su vida, con sacrificio y entrega, por sacar adelante al hijo
que es discapacitado, o con ver a la tía solterona, que dedicó
su vida a cuidar a su madre enferma. Otro caso es ver a la madre Teresa
de Calcuta, sacando una enorme energía de su débil constitución física,
para entregarse en cuerpo y alma a los más pobres de entre los pobres.

Esos ejemplos, ponen en evidencia que el amor va más allá del
sentimiento. El amor implica pues, una decisión libre, un acto de
voluntad.