En el controvertido tema de las parejas homosexuales, que pretenden la equiparación plena a los matrimonios heterosexuales, se va a llegar, con la anuencia acrítica de la masa social, a una revolución semántica de incalculables consecuencias.
Si se acepta llamar matrimonio a la unión de dos hombres o de dos mujeres que conviven juntos, poco a poco se llegará a la confusión total en el hablar y entendimiento cotidianos. Es decir, se dará cita la Babel moderna, donde no será posible entenderse al llamar a realidades totalmente distintas, con idéntico nombre.
Pongamos el caso de dos hombres-(tío y sobrino)- o de dos mujeres-( tía y sobrina)- que se declaran parejas de hecho y quieren legalizar su situación familiar. ¿Se les aplicará, independientemente de su condición sexual, el nombre de matrimonio igual que a los demás?. A nadie se le oculta la gravedad de semejante absurdo semántico.
La misma palabra “matrimonio” serviría para la confusión y no para aclarar la realidad.
Señores académicos, buena tarea les aguarda con la nueva revolución semántica.